El conjunto de las tendencias kármicas físicas y mentales que han quedado inconclusas en una vida retiene como permanente a la actividad individualizante incluso después de la muerte. El impulso de estas tendencias firmemente arraigadas vida a vida genera la necesidad de una experiencia posterior a través de las cinco envolturas ilusorias o koshas, originando una nueva vida individual. Se denomina samsara a la continua rueda de muertes y posteriores renacimientos originados por los inacabados karmas (samskaras)1 que conforman el cúmulo egoico.
El ego es, por tanto, un conjunto de estructuras mentales unidas kármicamente con base a un centro de pertenencia. Ese centro de pertenencia o punto focal es lo que se denomina “yo”.
Se denomina samadhi a la liberación de las cadenas que vinculan al ego con su continuidad mediante la identificación con la acción. Mantener el tiempo suficiente en forma continua el estado de libertad originado por samadhi, donde todo karma se diluye, provoca la obtención permanente del más alto estado de conciencia posible, el cual desemboca en la liberación absoluta o jivanmukti.
Por lo tanto, liberarse de la rueda del samsara implica la anulación del impulso de integración que retiene estructurados a los diferentes koshas en forma de ser individual. Por ello, quien ha alcanzado el eternal estado de liberación en el momento de la muerte disuelve no solamente el cuerpo físico en sus elementos primigenios, sino también el etérico, el mental, el de conocimiento y el de bienaventuranza, quedando como único principio activo y eterno la conciencia No-dual en forma de Sat–Chit–Ananda. Este estado de liberación absoluta ha sido denominado videnjanmukti.
1 Samskaras o semillas kármicas. Son hábitos, tendencias y condicionamientos mentales y físicos creados a través de la repetición constante vida a vida que, con el tiempo, caracterizan y diferencian cada uno de los koshas y, por ende, a cada uno de los individuos respecto a los demás.