Al desaparecer el agente limitante de la mente, expresado en forma de sentido de yoidad y que imprime sentido de individualidad, el continuo de la Conciencia irrumpe de forma natural y absoluta en función de su naturaleza esencial: conocer lo que Ella Es y conocer la infinitud de lo que las cosas Son. De hecho, la experiencia suprema del samadhi total y absoluto, el nirvikalpa samadhi, el samadhi sin semilla (de individualidad), ofrece una de las mayores sorpresas cognitivas, pues se evidencia que el universo continúa siendo universo; no cambia su naturaleza, no cambian los eventos: el viento, el frío, caminar, la luz del sol, sentir una caricia…, todos siguen allí, pero ensartados como cuentas en un hilo de collar. Dicho hilo, que ensarta todas las infinitas cuentas, permite que todas las experiencias, absolutamente todas, sean vistas desde una nueva y extraña condición: la percepción simultánea.
El samadhi permite ser consciente de los innumerables eventos que constituyen el universo bajo una óptica de simultaneidad, y eso es maravillosamente asombroso. Es excepcional que el visor de la Conciencia no advierta una exclusiva dirección, sino que lo haga en todas las direcciones. Entonces asombra la fuerza, la intensidad de lo conocido. Pero verdaderamente ocurre algo espontáneo y natural: la Conciencia asume el rol que le es propio, la de ser un continuo, un continuo en todo lugar y en todos los tiempos. Es ahora que finalmente la materia se revela como la misma sustancialidad de la Conciencia.