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Umbral e inercia

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A medida que un campo de cognición es más estable, la información que lo compone tiende a presentarse más veces a la esfera consciente. De igual manera, en la medida que un campo de cognición es más estable, la frontera para acceder a él es más débil, puesto que es más fácil acceder a él. La inercia se asocia a la permanencia o no de la información que hace parte de un campo, y el umbral a la fuerza o debilidad de la frontera a traspasar para acceder al campo.

Como ejemplificación de lo anterior usaremos algo común en el ser humano: fantasear. La fantasía, como actividad mental, es un campo de cognición cerrado. La tendencia a fantasear del ser humano es muy fuerte y, gracias a ello, su inercia es muy alta. Sin embargo, saltar a la fantasía y reavivar su realidad es muy fácil, pues las fronteras que contienen dicho campo son muy débiles, lo que hace que el umbral de acceso a dicho campo sea muy sencillo de traspasar.

La Observación Interior posee una muy alta inercia, razón por la cual permanecer allí pocos instantes hace que se convierta en una especie de imán que atrapa gratamente. Bastan unos segundos de experiencia firme interior para que la observación de la ausencia de pensamientos se convierta en algo continuo y completamente estable.

Cuando la Observación Interior posee una fuerte inercia, es posible perderla pensando por ejemplo en “¡qué agradable es este vacío!”, o “¡qué maravilla, no pienso!”. Sin embargo, debido a la inercia del estado y al débil umbral de su frontera de acceso, la Observación Interior regresa nuevamente una y otra vez de forma rápida cada vez que se pierde, como quien estira un resorte y al soltarlo este vuelve a su posición inicial.