Asistente: ¿Qué realidad poseen las emociones, pues me es imposible separarme de ellas?
Sesha: Si estás acostumbrada a interpretar tu mundo interior a través de las emociones, evidentemente es difícil convertirlas en un objeto independiente del observador. Normalmente la emoción arrastra y convierte al perceptor en parte integrante de la emoción misma. Así, entonces, el sujeto, por identificación con lo experimentado, asume que es él quien se emociona.
La emoción, como tipo de respuesta a un evento cualquiera, es tan solo un hábito. Al igual que los pensamientos, la emoción es un tipo de respuesta interior que arrastra al testigo y lo envuelve, tal como se entremezcla la sal disuelta en el mar. La reafirmación constante de un tipo de respuesta emocional convierte tu vida cotidiana en altibajos donde ellas aparecen y desaparecen como olas del mar. A veces, incluso, son como olas inmensas que nacen del trasiego de una tormenta.
En el ejercicio donde escuchábamos música, convertías el sonido en emociones. Tu cuerpo se movía al ritmo del incesante vaivén de notas y compases. Los recuerdos se agolpan y las emociones intervienen clasificándolos según la intensidad que los hábitos estiman conveniente. Tu sensibilidad aflora y las lágrimas por momentos brotan. A veces aparece cierta sensación de entrega al sonido que inunda y te arroba. Nada de eso es importante, son simples reacciones mentales en forma de emociones que van y vienen. Nada de ello es conducente a la no-dualidad, son simples juegos que asumes como gratos y constructivos.
Te pedí que escucharas la música; pedí a todos, incluyendo a tus compañeros, que hicieran lo mismo. Pero no, no te es posible hacerlo. Interviene tu mente y sobreimpone emociones a las notas. Te pedí que tan solo escucharas, que tu atención se proyectara al altavoz donde se proyecta la vibración sonora. Pero no puedes, te sumerges en tu mente y te envuelves en las emociones que recuerdas. Como son emociones gratas, crees que hacerlo es bello; si fueran ingratas lucharías por evitar ser una con ellas.
Tu emoción constante es incorrecta. No necesitas vivir siempre en la tesitura de la excesiva sensibilidad mental, al igual que no necesitas a toda hora pensar en comer o ir al baño. La emoción tiene validez en los momentos donde se convierte en una respuesta válida a un instante que acontece. En el resto, es tan incómoda como una suciedad en el ojo.