*Extracto del seminario “El amor, una expresión de la vida cotidiana” impartido por Sesha en Lleida en 2012
El amor es una de las actividades más maravillosas que existen, porque es una fuerza integradora. Se parece a la gravedad, que acerca las fracciones de materia. El amor es una fuerza que impera en la naturaleza y que tiende a que todas las cosas conformen una sorprendente unidad entre las diversas partes que la constituyen. Cuando se ama, el amador tiende a fundirse con aquello que ama. Cuando se ama profundamente se diluyen las fronteras, los espacios y el tiempo con aquello que se ama.
Una de las claves que denota el amor es la cercanía entre todas las cosas que intervienen. El sentido del tiempo y del espacio se fracturan entre los amantes, el sentido de la distancia se deshace al buscar el sentido de unión y cercanía que hay entre todas las cosas. Los grandes místicos, por ejemplo, tienen la facultad de ver a Dios en todas las cosas sin crear ningún sesgo de diferenciación, sino únicamente un sentido pleno de integridad. El místico es un amante de todas las cosas que le han sucedido, de todo lo que sucederá y de toda cosa que pueda ver.
El amor se expresa de forma práctica en la relación entre el amante y lo amado. El amor tiene una condición que es especial y quizás por esto cuesta tanto tratarlo. Dicha condición es que el amor debe ser entregado. Es decir, el amor no puede quedarse en el amador y guardarse como hacemos con las joyas preciosas que atesoramos. El amor tiene la necesidad de expresarse, porque si no lo que sentimos es su ausencia. Somos esclavos del amor y del sentimiento, que tienen que entregarse en forma de gestos, en palabras, en detalles, en naturalidad, en espontaneidad, en comunicación, etcétera. Y esto es algo que al ser humano le cuesta mucho hacer y, en su lugar, lo que cree que debe hacer con el amor es retenerlo, y ahí es donde se pierde.
Lo que sí puede atesorarse es la comprensión. La comprensión es la forma amorosa interior. Cuando un humano se consigue a sí mismo adquiere comprensión, y cuando la consigue puede volcarla en forma de amor. La comprensión de uno mismo y la comprensión de la realidad nos pertenecen, eso es nuestro. La comprensión, es un maravilloso saber lo que las cosas realmente son; el saber que discrimina entre lo real y lo ilusorio; eso va con nosotros de nacimiento en nacimiento. Esa forma de comprensión donde podemos ver las cosas siendo lo que realmente expresan, eso es propio. Podemos verlo en el silencio de nuestro propio cuerpo, en el silencio de nuestros propios secretos, en el silencio de nuestros propios pensamientos porque nos pertenece. Pero el amor no es nuestro, no nos pertenece.
El amor, cuando se contrae, cuando no se expresa, intoxica. Y es ahí cuando retornamos al egoísmo. Sin embargo, cuando expresamos el amor y podemos crear vínculos, ese aleteo de sentimientos construye como personas y nos hace libres. Lo más hermoso del amor es que no nos pertenece. Lo más hermoso del amor es que nos esclavizamos a él cuando lo entregamos.
*Imagen cabecera: Logga Wiggler. https://pixabay.com/es/photos/figuras-del-templo-templo-multicolor-52014/