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Si te dieras la oportunidad

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Si en cualquier insignificante acto de la vida el ser humano se diera la oportunidad de entregarse, de darse por entero, de extasiarse en la experiencia de lo Divino, de perder la razón en la locura del Amor místico…; si en alguno de esos momentos cotidianos con la pareja, con el mundo, con un hijo, con la vida misma, con cualquier circunstancia que acontece, uno se permitiera esa experiencia de la Entrega Total, entendería el mundo del místico, se arrobaría en la intensidad de un instante que fulgura en lo infinito. Y vería los ojos de Dios, la boca de Dios. Vería que su rostro es el mundo entero y que sus ojos son el universo que lo contiene. Advertiría además, con la infinita sorpresa de lo evidente, que todas las cosas fluyen en el universo de manera simultánea en espacio y en tiempo.

Sin embargo, eso no se logra habitualmente. El mundo místico está alejado del ser humano porque este es profundamente egoísta: siempre espera ”obtener” algo para sí. No se atreve a entregarse pero espera eternamente el momento adecuado para que otro lo haga hacia sí. Somos expertos en esperar un momento propicio que jamás llega. Y pasados los años, con el tiempo a cuestas, abstraídos en la soledad de miles y desordenados pensamientos, llega la vejez, donde la jubilación soñada finalmente se convierte en un suplicio de soledad.

Si en algún momento se lograse entregar todo lo que uno es, se viviría el universo de lo místico, el concepto de lo que es el amor no-egoico. Cuando esa condición no-egoísta llamada Prema o Amor Supremo se da, el conocimiento se manifiesta en forma de Comprensión profundamente amorosa, en el acto místico de la Visión de Dios.