Estudiante: Iniciamos la practica meditativa llevando cargas de todo tipo. He escuchado muy de cerca el grito de dolor de la tortura, tanto de personas como de animales, y parecen crecer en mi cabeza cuando intento practicar. También se alcanza un estado en el que se podría decir: «todo está bien, todo es como debe ser», pero nada está bien y no quisiera caer en la indiferencia ante lo que ocurre. El coraje y el dolor permiten actuar, hacer algo, no dejar las situaciones como están. Y a veces es posible. ¿Será que la práctica meditativa no es para todos?
Sesha: La práctica meditativa es algo natural para el ser humano, como mirar el cielo cada tanto o como al llover dejarte mojar sin control.
Mientras creces te condicionas; la edad marchita tu capacidad de sorpresa. De ahora en adelante, sumergida en el sueño de las culpas y de opiniones que todo lo justifican, miras en tu interior y ya ha huido el silencio.
Ahora crees que meditar es algo para pocos. ¿Cómo podría ser de otra manera? Cuando intentas aquietar tu mente te atormenta el dolor del cuerpo; la propia historia se retuerce como hoja al viento forjando fantasías sin cuento.
Es difícil ver brillar el sol cuando se abalanza la tormenta, pero no podemos por ello negar la existencia ni la importancia del astro. Meditar es ejercitarse en el arte de tu propio autoconocimiento. Como todo arte, requiere una predisposición y un ánimo natural.