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Ser conocedor de la propia faceta No-dual

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Cierra los párpados y, dando media vuelta a tu mundo interior, nota cómo percibes pensamiento tras pensamiento. Ahora, intenta observar situándote a ti mismo en un lugar virtual atrás de tu nuca y mirando al frente con interés, de forma desapasionada, los pensamientos que aparecen. En caso de que logres hacerlo experimentarás un inmenso vacío que te envuelve.

No sientas temor por el océano de silencio que puedas advertir, ni por la ausencia de límites que puedas percibir. Cuando logres esto, apreciarás que a tu vista interior ondea un ilimitado e inconmensurable mar de oscuridad homogénea. Podrás ser testigo de un inmenso vacío de pensamientos que trascurre en un trasfondo completamente homogéneo. Allí notarás que la evidencia de ser tú “alguien” toma una nueva dirección. El sentido yoico no se expresa en función de los recuerdos, pues en ese instante careces de pensamientos, sino del exclusivo hecho de testimoniar la negritud que te envuelve.

En resumidas cuentas, la condición egoica ha sufrido un cambio completamente inexplicable. Pero si aún lograras permanecer en aquel mundo silencioso donde eres perceptor exclusivo de la inmensa bóveda carente de pensamientos que tienes frente a ti, acabarás notando en algún momento que el testigo de la vacuidad se convierte en objeto mismo de la cognición. Esta maravillosa y extraña situación te lleva a ser testigo de verte a tí mismo en todas las partes de lo que conforma tu propia vista interior. No hay “alguien” en algún sitio, no hay “algo” fuera de mí mismo. Este “no-alguien” fluye por doquier y se sitúa incluido en un “no-algo”. Tú existes, pero no como sueles evidenciarlo mientras piensas; ahora haces parte de una extensa gama de existencia pletórica de conciencia y carente de sentido de diferenciación.

A causa de la actividad continua y estable propia de la experiencia No-dual comprenderás, en razón de la simplicidad de la nueva experiencia interior, que realmente “tú” eres un agente carente de límite y sin partes. Por esta razón, y gracias a la experiencia directa que provee el hecho de ser conocedor de la propia faceta No-dual, los orientales han comprendido desde siglos que el “yo” es una partícula que hace parte de la cognición pero de ninguna manera es su eje central.