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El samadhi como corona final de la cognición

El samadhi, como corona final de la cognición, resulta ser un extraño arcano al que de una u otra forma todo buscador aspira. Constituye, más allá de cualquier condición, una experiencia francamente inenarrable en la que se revela la verdad de lo que Es y de lo que Se Es. Sin embargo, los testimonios de grandes maestros que han navegado por los inmensos océanos de esa experiencia, como Ramakrishna, Ramana Maharshi, Nisargadatta o incluso los grandes místicos cristianos, ya sean esos testimonios expresados en términos devocionales o supracognitivos como elemento esencial y central, no terminan de aclarar en qué consiste realmente dicha experiencia. Pese a la intensa y profunda necesidad de vivirla, de hacerla propia, no es claro cómo conseguirla. Desde siempre se la ha supuesto como la experiencia culmen de la Meditación, pero la aprehensión de su naturaleza deviene en gran misterio y también en acalorado deseo.

Planteamos inicialmente que intentar abordar la condición del samadhi desde una perspectiva alejada del modo en que el advaita plantea la naturaleza de la Conciencia inevitablemente aboca a conclusiones limitadas, cuando no paradójicas. Debe quedar asentado, en este sentido, que la Conciencia es un “continuo”, un flujo ininterrumpido e ilimitado de Saber, de Comprensión. Esta afirmación, ya de primeras, resulta compleja y difícil de entender para Occidente. El modelo científico occidental considera la conciencia como una condición personal, cuya real naturaleza es indefinible y de la que únicamente nos es dado percibir sus resultados o expresiones: conocer, entender, comprender o aprender “algo”. Asimismo suele presuponerse que la mente, o su contraparte fisico-química, el cerebro, son los agentes generadores de ese influjo de comprensión. Desde este supuesto netamente científico es imposible entender la naturaleza del samadhi. Sin embargo, su misterio puede ser abordado partiendo de la premisa que plantea el advaita sobre la naturaleza de la Conciencia: que es un continuo no-diferenciado.