¿Crees que, si fuese cuestión de vida o muerte la vivencia de lo Real, estarías jugando a ser turista espiritual? No, no serías turista como lo eres ahora. Luego de los días de retiro viene el trabajo, viene la pareja, la buena comida, el paseo, el rafting, el windsurf, el baile, la juerga, el trago… Y eso vale, no es que sea malo, es decisión propia; modelas tu mente y con ella el mundo que deseas y en el cual vives.
¿Acaso estás dispuesto a dejar tu bienestar personal por el terrible y espantoso anhelo continuo de saber quién eres? Si fuese así estarías todo el día en la búsqueda interior. ¿Alguna vez te ha atormentado el dilema de tener que saber qué es el Ser o, si no, morir? ¿Acaso dichas preguntas te han enloquecido, se han afincado alguna vez desesperadamente en tu mente? ¿Has llorado de desesperación por no saber qué eres? ¿Has decidido incluso, si es necesario, ir más allá de la muerte para averiguarlo? ¿Alguna vez has dejado que el cuerpo llegue al límite de la vida por conseguirlo? Seguramente lo has hecho por un amor, lo puedes hacer por tu pareja, por un buen trabajo, por un buen sueldo arriesgas la vida. Tú, ¿podrías arriesgar tu vida por encontrar aquello que está más allá de la muerte psicológica? ¿Podrías entregarlo todo y con ello tu propio yo? Tranquilo, no estoy obligándote a hacerlo. Eso depende solamente de ti. Tus pensamientos van y vuelven porque no estás dispuesto a entregarlo todo. Un día lo estarás. Entonces ya tu mente se calmará.
No hay muchos que tengan a diario esa fuerza interior para forjar su mente. En Occidente los cuentas con los dedos de una mano, incluso puedes contarlos todos y te sobra algún dedo.
El sufrimiento es un tipo de placer no vivido. Cuando sufres, finalmente lo que haces es esconder un tipo de placer no vivido. Cuando sufres porque no te encuentras a ti mismo, lo que haces es sentir placer de sentirte imposibilitado; indefectiblemente llevarás gozo a otra situación de tu vida. Al juego de creer que sufres y gozas lo denominamos “identificación”. La identificación surge de una errónea comprensión de la realidad.
A esa excesiva identificación con el prana, con el cuerpo y con la mente la llamamos ”ignorancia”, agnana. Como somos ignorantes por percibir el mundo desde una perspectiva dual, lo que hacemos es identificarnos erróneamente con nuestra propia individualidad para así aceptar un mundo diferenciado. El problema solamente es de identificación. Te identificas erróneamente con algo que no es más que información diferenciada. La salida no es negarla sino percibirla correctamente como información no-dual.