Para clausurar los sentidos no hay que hacer nada en especial. El sistema fisiológico, el cuerpo, está acostumbrado, por ejemplo, a cerrar los sentidos cada vez que va a dormir. Clausurar los sentidos no es algo que debas aprender.
El hecho de percibir con neutralidad el mundo interior y estar atento a la aparición de pensamientos, alerta a la actividad fisiológica para que asuma el rol de desconectarse y permitir la experiencia nítida interior. Pero si lo intentas voluntariamente creas un conflicto. Es como buscar dormir cuando no tienes sueño. En la medida en que te sustentas en el mundo interior siendo observador imparcial de tu propia historia, y sin identificarte con ella, el sistema corporal, que ya sabe hacerlo, desconecta los sentidos y produce inmediatamente la inhibición sensoria.
Cuando un sentido no se desconecta se deben usar los cánones de la práctica externa. Es decir, debes atender lo que observes si es con los ojos, atender lo que escuches si es con los oídos, con tanta intensidad y tal sutileza que solo exista esta percepción. Debes detectar la información desde la fuente externa que produce la información con tal detenimiento que desaparezca el sentido de ser sujeto de esta experiencia.
Si lo logras lo más seguro es que después de lograr primeramente la observación externa, te traslades a la simetría interior y llegues a la percepción del mundo lleno-vacío interior donde no hay pensamientos. Allí se habrán desconectado de por si los sentidos.