Estar atento a la mente te hará reconocer tu propio descontrol. Notarás cómo la mente va y viene por la memoria impidiendo reaccionar al presente que acontece. Serán días terribles aquellos en los que decidas iniciar la práctica, pues el cansancio que produce ser consciente del descontrol mental es muy alto.
Cada vez que detectes a la mente yendo a un lugar sin sentido, tráela amorosamente y abstráete en la información que reporta cualquiera de tus sentidos. Si subes al metro y notas que el ruido de los raíles te lleva a la batidora de casa y de allí a las salsas que sueles preparar para los espaguetis, entonces reconoce que te has ido y posa tu vista de nuevo en las personas cercanas, en los colores del vagón en el que viajas o simplemente regresa al ruido de los raíles y escúchalo.
Si intentas memorizar una poesía o cualquier otra información, reconoce cómo a cada instante la mente se evade. Reconoce la situación y vuelve cada vez a las letras que conforman el texto; así una y otra vez. Si, en cambio, el presente te lleva a reflexionar sobre un acontecimiento cualquiera, sé consciente de que te pierdes y viajas a otro lugar de la memoria. En este caso, vuelve a lo que corresponde una y otra vez.
Acostúmbrate a estar fuera siempre, fuera y más allá de la frontera sensoria. Observa y reconoce la información sensorial con sorpresa y novedad. Detalla cada acontecimiento sensorial. Otórgale a cada suceso su valor y su tiempo. Aprende que cada evento debe experimentarse en oportunidad de lugar y tiempo.