La práctica meditativa interna que propone el Advaita es un encuentro con la realidad que subyace en mí mismo y, como tal, no se ve afectada por variables tan elementales como el vestido y la comida.
Evidentemente un cuerpo sano otorga menos molestias sensorias; igualmente una ropa cómoda favorece una postura ágil que contenga de manera firme el peso corporal. Pero la meditación interior puede también expresarse tanto en un cuerpo hambriento como en otro vestido de harapos.
Se aconseja no practicar meditación después de una comida opípara, pues la digestión desencadena procesos físicos que llevan a la somnolencia y dificultan la firme auto-observación interior.
Amable lector, puedes comer sano, pero ¿de qué sirve si tu mente está contaminada de egoísmo? ¿De qué sirve comer sano si tu corazón esta apegado a tu propia creencia espiritual de lo sano? Desecha todo vínculo moral y simplemente advierte tu propia interioridad allende cualquier otra variable, excepto una atención sin esfuerzo en tu propio presente interior.
Se entiende ser vegetariano por ahimsa, por no violencia hacia el propio cuerpo y hacia el mundo animal, pero serlo por vanidad o teñirlo de espiritualidad es tan vacío como innecesario. Podrás comer verduras pero cuando tu vientre las devuelva olerán igualmente a descompuesto.