¿Acaso no notas que la impotencia por sentirte preso de tu mente es parte de los mismos hábitos y condicionamientos que pugnan por evitar que encarcelen tu mente? ¿Crees que sufres o que estás preso? Todo lo que pienses de ti mismo es tan solo el resultado de tu propia ignorancia. Al igual que piensas que tienes libertad, del mismo modo piensas que no la tienes. Tu problema está en asumir como válidas tus falsas comprensiones. Mientras caminas sofocado en busca de agua por el desierto, asumes como real un espejismo. Entonces te alegras, pues crees que podrás calmar en breve tu sed. Entiende: el espejismo dual te hace creer que estás encadenado a pensar y optas por pensar en no estarlo; eso es lo absurdo de tu pretensión.
La salida inteligente no es realizar acciones morales, pues ellas simplemente te llevarán a crear hábitos mentales y condicionamientos dirigidos en una dirección aparentemente virtuosa. Tu única opción inteligente es caminar por el sendero del dharma. Debes reaccionar a la acción que te impone la vida en cada momento, pues eres responsable de hacerlo por el simple hecho de estar vivo. Reacciona ante los eventos como lo haces cuando conduces: jamás te quedas observando un único paisaje pues si no te estrellarías. De igual forma permite que las acciones ocurran y déjalas nacer y morir. No te aferres a ningún instante, pero no huyas de ningún momento. Los instantes son como las olas: ninguna se parece a otra. Haz de cada instante un momento único advirtiendo que cada momento estás vivo.
El flujo de la consciencia atendiendo los eventos es siempre permanente y no depende de ti. Suelta la voluntad de actuar y fluye en una reacción que notarás como inteligente al dejarla fluir por sí misma. Una y otra vez sorprendido por la fuerza de cada instante lograrás que el “yo” pierda su predominancia mental. Confía en la inteligencia que hace que todo ocurra; ella es más sabia que cualquiera de tus propios hábitos de conducta.