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Presente y pasado

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Nunca salimos del presente. La paradoja consiste en que incluso cuando nos vamos al pasado, jamás salimos del presente. El problema radica en convertir al presente en algo asociado al pasado. Pero nunca nos vamos del presente. Jamás. ¿Por qué? Porque la cognición, la comprensión, siempre se dan en el presente, aunque esa cognición y esa comprensión sean erróneas, diferenciadas, limitadas y egoicas. El saber solamente acontece en el presente. Por eso jamás nos vamos de él y por eso no es necesario ningún esfuerzo para alcanzarlo. Sería como esforzarse por existir. Si ya existo, ¿qué sentido tiene esforzarse por algo que ya está en mí? Se parece a tener un lápiz en la oreja y buscarlo por todas partes. Después de renegar y protestar porque alguien nos lo robó o lo extravió, nos damos cuenta de que siempre estuvo sobre la oreja.

La paradoja de maya, la ilusión, la paradoja de agnana, la ignorancia, es que realmente nunca nos hemos alejado de Brahman para irnos a maya. Lo paradójico es que buscamos un universo, una realidad, una esencia, buscamos una representatividad de algo inmenso en algún lugar, pero eso mismo que alienta toda búsqueda alienta la diferenciación del perceptor con aquello que conoce. Ello induce la representación del universo dual. Atman está en mí pero yo no soy Atman, en el sentido de que lo que yo creo que soy es una representación limitada de las inmensas e infinitas probabilidades de Atman que mentalmente asocio a experiencias previas.

En sentido estricto nunca nos vamos al pasado. El pasado no existe. Existe porque lo pensamos, pero lo que sostiene al pasado es el presente. Nunca nos vamos de él. ¿Adónde podríamos irnos si es lo único que existe? Lo que habitualmente hacemos es, simplemente, discurrir por una de las infinitas probabilidades de ser y existir.