Prema suele traducirse como “amor incondicional”, aunque es mucho más que eso; para empezar, es amor no-egoísta. Es la entrega absoluta a Aquello que se ama, a todas las cosas que se pueden llegar a amar y a las que no se puede llegar a amar. Es entrega total, incondicional y absoluta a Aquello que se eligió como objeto de devoción.
La integración momentánea con lo Amado produce una exaltación profunda en quien ama. Esa exaltación producida por el Amor, no hacia una persona sino hacia todo lo existente en la naturaleza, es de una intensidad inconmensurable.
Imagina esa integración con los más insignificantes eventos: integrarse con el viento, con el fuego, con el aire, con el agua, con los planetas, con el espacio, con el éter, con el polvo infinitesimal en una piedra, con la dureza de las rocas… integrarse con todos los eventos que suceden potencial y simultáneamente. Esa fuerza desgarradora no puede ser contenida, por eso hace gemir y hace llorar, y solo la poesía puede esbozarla sin llegar a poder describirla, porque esa forma de Amar no tiene palabras ni nombre para ser descrita.
Los orientales denominan Prema a esa forma de Amor supremo en donde desaparece el sentido de voluntad en quien ama y aparece, en cambio, el reconocimiento de todas las partes que integran lo Divino.