Una de las características esenciales de la mente es que la diversa interrelación de sus actividades procura una multifacética gama de representaciones cognitivas. Cada pensamiento, sentimiento o emoción, junto con cada una de sus minucias y aspectos propios, son parte de la prolija actividad mental. Nuestra mente nos acerca al contacto con infinitud de características del entorno que nos rodea.
El surgimiento de pensamientos, sentimientos y todo tipo de sensaciones nacen y mueren como lo hacen las olas del mar al llegar a la playa; de igual manera, los diversos cinco estados de conciencia permitidos al ser humano nacen en intermitente luminosidad disolviéndose como una corriente del mar en otra. El infatigable movimiento de aparición y desaparición de actividad mental en cualquiera de los estados de conciencia lleva a una extensa experiencia cognitiva. Nos preguntamos entonces por qué los pensamientos se encadenan en forma de hábitos y cuál es la razón de que prime un estado de conciencia sobre otro a la luz de nuestra personal interpretación mental. La razón de ello son los “umbrales” y la “inercia”, características propias de cualquier proceso mental en el que intervenga la mente humana.
Se define a la memoria como la representación de un objeto experimentado que tiende a no desaparecer. Esta tendencia o impulso a la permanencia de un evento previamente experimentado se denomina también “inercia”. El evento puede ser un simple pensamiento, una cadena de ellos en forma de hábito o la continua percepción de un estadio mental. Existe una relación directa entre inercia y hábito. Cualquier hábito mental establecido en el comportamiento humano es manifestación de la inercia de un tipo especial de pensamiento.
Umbral” es el aparente límite que establece la diferencia entre dos realidades mentales. Los hábitos, gracias a la presencia de la “inercia” de la actividad mental, tienden a arraigar los pensamientos convirtiéndolos en refuerzo de dichos hábitos. A su vez, cada pensamiento o hábito se diferencian uno de otro gracias al establecimiento de una frontera; dicha frontera, que establece una real diferencia entre dos ámbitos, se denomina “umbral”.