El ser humano suele representar el mundo como sucesión de eventos perceptivos. Cuando se observa un paisaje cualquiera o cuando se lee un libro, la mente, similar a un radar, hace que el cerebro barra de forma rápida y cíclica la corteza cerebral. La concatenación que el cerebro hace de la información ofrece un panorama aparentemente continuo del universo sensorial conocido. El cerebro integra la información barrida en la corteza e integra las innumerables informaciones recogidas en un todo conocido. El mecanismo cerebral de cómo funciona exactamente la cognición y cuales son sus protocolos específicos es aún un misterio. Esta forma de cognición lleva a que la mente-cerebro integre la información en variadas secuencias repetitivas cuyas diversas fracciones dan el sentido cognitivo de aparente continuidad, tal como los fotogramas individuales dispuestos en la celulosa de un filme expresan una historia aparentemente continua al ser proyectados a cierta velocidad sobre una pantalla.
El cerebro tiene evidentemente otras formas de operar que pueden llevar a experiencias no cíclicas ni secuenciales, sino a representaciones continuas de la realidad cognitiva. Una cosa bien diferente es notar cómo la lluvia cae gota a gota y otra vislumbrar la presencia fluida del caudal de agua que conforma un río. La lluvia ofrece fracciones puntuales, un río muestra un fluir de gotas sin separación alguna.
La operatividad secuencial de la mente-cerebro se expresa de manera clara en los estados de conciencia de Sueño y Pensamiento, donde la actividad imaginativa y fantasiosa es la base de su funcionamiento.