Los instantes intelectivos y los de sentimiento son respuestas mentales diferentes. Una respuesta coherente, tanto ante un presente intelectivo como ante uno sensible debe ser de similar naturaleza. No existe un tipo de conducta tipificada que determine una reacción específica. Una reacción natural implica eso, naturalidad, no esquemas mentales preformados.
Es importante que no dejes de ser tú mismo. La sensibilidad te servirá en la medida en que se exprese de forma natural. ¿De qué te sirve ser sensible si no eres natural al expresar la sensibilidad? No puedes permitir que el intelecto pugne con la sensibilidad por el hecho de considerarla una reacción negativa o que implique un cierto tipo de debilidad. Toda reacción debe valorarse en oportunidad de lugar y tiempo. Tampoco puedes infravalorar tu capacidad intelectiva, por asumir que te hace fría o insensible. Todo tiene sentido en el momento y tiempo oportunos. Más allá de esta situación, las reacciones mentales son simples montajes que llevan a la confusión personal.
Debes entender que solamente tiene sentido una reacción al presente. La acción más diestra que puedes llevar a cabo es aquella donde la reacción no lleva implícita el sentido egoico. A dicha reacción física o mental que surge del presente la denominamos dharma.
Evidentemente es posible pensar sin que haya alguien que piense. De igual manera es posible actuar sin que haya alguien que actúe. El problema esencial de la acción física o mental radica en experimentarse como poseedor de la acción que se realiza. El acto mismo de pensar o de sentir no son erróneos; el problema radica en el sujeto que se cree ente pensante o sensible.