Qué extraña paradoja se plantea, la paradoja metafísica por excelencia: el universo no es lo que vemos, ni somos lo que creemos que somos; el verdadero universo es una corriente de Existencia, Conciencia y Bienaventuranza indiferenciada, cuya esencia primaria es la identidad de todo lo existente. ¿Cómo los mortales pueden equivocarse en tal alta medida al apreciar e interpretar el teatro de la vida?
El fin esencial del Advaita es mostrar en forma ordenada las ideas que soportan la afirmación: el individuo es idéntico a la realidad No-dual, a lo Absoluto. A su vez, el Advaita aporta el mecanismo práctico que permite su experimentación.
El Presente posee, para afrontar el estudio de la naturaleza No-dual, condiciones inigualables que ningún otro contenido cercano al análisis racional posee. El Presente sirve de cimiento al edificio intelectivo que intenta descifrar la esencia primaria de la existencia humana.
El Presente es en sí mismo continuo, es decir, no se aprecia en él alternatividad de su condición natural. El Presente es el escenario donde se sostienen los innumerables acontecimientos que se suceden. Lo que se sucede a cada momento ocurre siempre en un Presente irrepetible.
El Presente se asimila a la temporalidad que se suele denominar como ‘el aquí y el ahora’. Cada acontecimiento que se está sucediendo florece en el Presente. La cognición de cualquier Objeto del Presente se realiza sin esfuerzo volitivo por parte del Sujeto. El ‘yo’ no requiere esfuerzo para percibir el Presente, la mente lo atrapa espontáneamente, pues sin necesidad de ser evocado aparece por sí mismo.