Imagina que llegas tarde a casa y ves la grabación en diferido de un noticiero donde informan del ganador del premio de la lotería. Antes de dar la noticia del feliz ganador, tú sacas de tu bolsillo el boleto que has comprado y comparas uno a uno tus números con los que observas en la televisión. Tu corazón se agita intentando cambiar el número final para que coincida con el tuyo. Finalmente, has de saber que la suerte ya estaba echada y que el ganador ya se había establecido horas antes. Algo similar es la vida. Todo nuestro alrededor es un conjunto de consecuencias. Todo lo que nuestros sentidos detectan existe a causa de un evento previo asociado. Queremos cambiar un instante, pero para ello deberíamos cambiar el pasado que lo constituyó. El universo que experimentamos es causal, pues nuestra mente diferencia temporalmente el futuro del pasado y siempre atestiguamos que los eventos van en dirección del futuro. Nuestra mente está imposibilitada de experimentar simultáneamente pasado y futuro; de hacerlo, el sentido de causalidad desparecería. La simultaneidad temporal puede lograrse, pero se requiere fracturar el sentido yoico que la mente provoca al identificarse con la acción que realiza.
Nuestro alrededor es un conjunto de consecuencias
- Publicación de la entrada:5 de junio de 2017
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