Todo samskara fuertemente establecido lleva a la persona a su mundo, se alimenta como parásito de los pensamientos que le refuerzan, y logra una estabilidad que raya en la enfermedad del paciente. Para diluir un samskara se debe ser diestro en el arte de estar presentes. Se debe librar una dura batalla en la que, curiosamente, no se trata de luchar contra algo, sino de estar presentes y atentos a lo que acontece: caminar, cocinar, barrer, tender la ropa, charlar, conducir… en definitiva: realizar de forma atenta las mil y una actividades que nos ocupan a lo largo del día, de todos los días. A veces, el hábito volverá, se hará evidente de forma recurrente pero también de forma más espaciada, quizá por momentos incluso más virulenta, pero también más corta. Cada vez que el samskara intenta llevarnos de nuevo a su mundo de confusión debemos retirar amorosamente la atención de ese marasmo y situarla en el presente; siempre amorosamente y nunca violentamente. Cabe afirmar fehacientemente que ningún hábito es capaz de sostenerse en esas condiciones exacerbadas y conflictivas más de tres días. En ese período las horas se harán largas como siglos, pero será una batalla cuyos frutos valdrán también por siglos.
Como se ha dicho, una atención dispuesta continuamente al presente logra que los hábitos se consuman a sí mismos. Los samskaras se rebajarán en vasanas o sankalpas, es decir, en reacciones que se internarán en terrenos donde pueden ser en mayor o menor medida controlados por la voluntad. Un día, llevados por la fuerza de esa misma presencialidad, convertida ahora en el discurrir normal y natural de nuestra cotidianidad, nos deslizaremos sanamente hasta la no-dualidad y de ahí al samadhi. Inmersos en esa vivencia suma se hará evidente que la Realidad es Lo que Es, que todas las realidades no son más que superposiciones no-diferenciadas de la misma Conciencia. Entonces emergerá la Libertad. Mientras esta experiencia, la del conocimiento del Sí mismo no se dé, la salida habrá de ser siempre la búsqueda del presente como fuente y base de nuestro proceder y de la realización de nuestros actos. La atención presencial habrá de ser el ariete que deshaga los hábitos y nos catapulte a la Libertad.