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No hay un real limitante entre pensamientos

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La percepción posee extrañas actividades que la hacen difícil de entender. Los pensamientos se suceden unos a otros y, evidentemente, se diferencian entre ellos. Asumimos como cierto el proceso de cambio originado por variados pensamientos que se suceden, pero cuesta entender qué delimita cada puntual proceso cognitivo.

Observamos que hay diferencia entre pensamientos, pues los detectamos empíricamente diferenciados unos de otros; sin embargo, entre el comienzo y el final de cada pensamiento debe existir una frontera real, ya sea material o ideal que los delimite, pues evidenciamos diferencia en cada pensamiento tras otro. En caso de ser la sustancia que compone la frontera entre cada pensamiento de orden material, dicha materia debería ser parte constituyente de alguno de los pensamientos que se diferencian, pues solo se detectan pensamientos pero nunca eventos frontera que los diferencien. En caso de que la frontera entre pensamientos fuera un evento constitutivo de orden ideal, también tendría que ser parte de cualquiera de los dos eventos mentales que se diferencian, ya sea del pensamiento que termina o del que inicia, razón por la cual tampoco sería un evento “frontera” independiente de ellos. Al final, es más fácil ir en contra de la vivencia aparentemente empírica que supone una evidente diferenciación, pues la lógica lleva a razonar que, verdaderamente, no hay un real limitante entre ellos; jamás se ha detectado la frontera. Dicha ausencia de un limitante real y consistente entre el inicio y el final de los pensamientos nos lleva a plantear la simple expresión de un “umbral”, de una tendencia inapreciable que lleva a la diferenciación.