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Ningún contenido Particular puede definirse por sí mismo

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Intenta dejar por un momento, por un solo instante, de percibir tu entorno sin definirlo. Obsérvalo sin juzgarlo. Nota como, a pesar de tu interés por hacerlo, el caos prima: juicio tras juicio, pensamiento tras pensamiento, la mente se convierte en un remolino de arenas movedizas donde el Sujeto pierde su centro y acaba sumergido en el inexistente mundo del pasado o del futuro.

Observa momentáneamente la simpleza del entorno. Nota que al percibirlo pasas de uno a otro Objeto que lo compone y construye. Así, el cuadro de tu percepción se conforma por decenas, cientos o miles de limitados entes, todos distanciados de quien les conoce.

¿Qué tienen todos ellos en común? Poseen asociados un “nombre” y una “forma”, están inmersos en espacio y tiempo. Todos son cognoscibles, esto es, el Sujeto tiene consciencia de reconocer que son un contenido que fluye sosteniéndose en el Presente. Siempre que la mente reconoce mediante una percepción Particular existe distanciamiento entre Sujeto y Objeto. Pueden existir secuencialmente múltiples percepciones Particulares, pero cualquiera de ellas debe incluir como mínimo siempre un Sujeto y, por supuesto, la respectiva distancia respecto al Objeto.

Por lo tanto, el mundo cotidiano puede ser conocido, según las apreciaciones previas, como la suma de múltiples o infinitas cogniciones Particulares. Ellas se relacionan, se transforman y, en el mágico rol de la vida, crean innumerables paisajes del mundo físico, energético y mental.

Un contenido Particular puede ser diseccionado en cualquiera de sus múltiples componentes. ¿En qué difieren? Básicamente en “nombre” y “forma”. Por ejemplo, un zapato puede diferenciarse en tantas partes como se desee: suela, cordones, puntera, etcétera. A su vez, la suela se compone de horma, cuero, lengüeta, etcétera. De cada uno de los elementos que componen otro es posible nuevamente encontrar partes. ¿Qué tienen en común todas ellas? Existen, son Cognoscibles y Relacionables, y además, poseen atributo de “nombre” y “forma”.

En conclusión: ningún contenido Particular puede definirse por sí mismo. Toda percepción Particular es reconocida con distancia por un Sujeto y definida necesariamente mediante “nombre” y “forma”. Esto permite definir otras características adicionales: los entes percibidos de forma Particular son inestables y discontinuos, es decir, las fronteras que acotan los contenidos que hacen parte de un campo cualquiera de cognición cambian inexorablemente.