Es frecuente confundir la naturaleza del proceso pensante con la comprensión que se allega tras él. La mente, junto con todas sus diferentes funciones es, a la luz del Advaita, un órgano que no dista esencialmente de cualquiera de los cinco órganos sensoriales. De igual forma que el ojo interviene pero no produce la comprensión de la forma y el color, la mente interviene en el proceso cognitivo pero no es la fuente de la comprensión.
Por esa razón, la mente fue denominada por la tradición hindú como antakarana u órgano interno, en razón de su naturaleza más interior respecto a la de los sentidos físicos. Un ejemplo claro de la naturaleza de la mente y de la Conciencia o acto de comprensión, es el antiguo símil de la luna y su brillo: de noche la luna brilla, mas su luz no es propia, deviene del sol. La luna simplemente, y de forma pasiva, interviene en el reflejo de la luminosidad solar y, debido a la cualidad de su superficie, refleja una parte pero no la totalidad de la energía lumínica procedente del sol. Así, el antakarana (la mente con sus cuatro funciones) es un órgano intermediario del proceso cognitivo pero jamás su causa ni su razón de ser.
La razón de ser de la cognición es la actividad denominada Conciencia, que es la que provee el conocimiento. La Conciencia dota de comprensión a lo conocido y gracias a ella es posible saber. La mente interviene como sustento sutil (mente) y denso (cerebro) del proceso en el que la comprensión allega.