Para evitar el encadenamiento yoico en el tiempo es preciso realizar la acción desapegadamente, es decir, libre de vínculo con el interés-consecuencia. La acción cotidiana ha de ejecutarse por la acción misma y no por el resultado que de ella deviene. De este modo, no existe una motivación asociada a la acción y, por tanto, desaparece el encadenamiento kármico en el tiempo. Como expresa la sabiduría del Bhagavad Gītā:
“El sabio unido al discernimiento se abstrae en este mundo de las buenas y de las malas acciones. Así pues, aplícate al karma yoga porque karma yogui es ser diestro en la acción”.
Así entonces, la acción diestra o recta o karma yoga no posee una connotación moral o virtuosa. Más allá de todo relativismo ético, la acción diestra puede realizarse a nivel físico o mental, pero debe estar despojada del sentido de apropiación egoico, es decir, de toda mira egoísta, y ejecutarse sin buscar la obtención del fruto o resultado de la acción.
A diferencia de otros sistemas filosóficos teórico-prácticos, el Advaita profundiza en la naturaleza de la acción estudiándola como ente neutro, esto es, despojando a la acción de una condición moral carente de un valor específico y convirtiéndola en un evento que debe realizarse por el solo compromiso de estar vivos.
El Advaita reconoce cuatro modalidades de acción dependiendo de la “intención” o relación que ostenta el sujeto respecto a la acción. Estas cuatro modalidades son: inacción, acción obligada, acción recta y renuncia a la acción.