Desde el punto de vista de la mitología india tenemos tres niveles o mundos de existencia: los mundos arquetípicos, los mundos sutiles y los mundos densos. En los mundos arquetípicos están las grandes divinidades, los grandes devas; en los mundos sutiles están lo semidioses; en los mundos densos están los hombres, los mortales.
Los dioses que viven en los mundos arquetípicos, en los mundos de Ishvara, de la prakriti, en los mundos esenciales, son algo así como generalidades, abstracciones profundas, tendencias sin definición clara. Por ejemplo, la belleza, el amor, la destrucción, el equilibrio… son acepciones genéricas que están representadas y reunidas en la trimurti básica, Brahma, Vishnu y Shiva, y en Ishvara. Así, todos los dioses son hijos de Brahma, Vishnu y Shiva, en el sentido de que son aspectaciones más concretas de dichos principios genéricos. También, en análogo sentido, se dice que todos los dioses tienen consortes, que no son más que la polaridad de la propia naturaleza del dios. En la medida en que hay progenie, descendencia, hijos, empiezan a explicarse los siguientes mundos sutiles, los mundos de los semidioses o dioses más básicos. Los mundos de los hombres aparecen en tercera o cuarta generación.
Es por ello que, cuando se quiere profundizar en el análisis de un determinado personaje mitológico, toca recabar información sobre sus padres, luego los padres de sus padres y así hasta remontar su ascendencia para toparnos siempre con algún dios o con un semidiós. Será la información referente a los diversos actores intervinientes en cada línea la que determinará las características de cada personaje.