De forma análoga a como los tres colores primarios generan por mutua y sucesiva interrelación, la ilimitada gama de colores y matices cromáticos, así también las tres tendencias básicas existentes en el universo, tamas (inercia), rajas (actividad) y satva (equilibrio), generan a través del proceso conocido como panchikaranam, quintuplicación, toda la infinita variedad de materia que configura el universo. Todo lo existente está teñido, de alguna manera y en diferentes medidas, de materia causal, sutil y física, que no son más que la expresión de diversos modos de interrelación de las tres tendencias iniciales.
Las funcionalidades mentales no son ajenas a esta distribución constitutiva. Así, chitta, memoria y aham, egoencia, son expresiones mayormente tamásicas, mientras que manas denotaría la presencia de rajas en la mente y budhi constituiría su aspecto sátvico.
La raza atlante comenzó a desarrollar el sentido del aham, de lo mío. Había fracciones terriblemente egoístas, violentas. Su raciocinio estaba poco desarrollado pero, en cambio, tenían una singular forma de percepción del entorno: eran altamente intuitivos, profundamente videntes. Tenían la posibilidad de contactar con los devas, con las energías primarias, y eso les permitía un conocimiento profundo de la naturaleza. De hecho, eso mismo fue lo que los abocó a su destrucción, debido a la extrema manipulación egoica que hicieron de ella.
Posteriormente, poco a poco y junto a la capacidad de retener información, chitta, y de contrastarla, manas, aparece un mayor grado de desarrollo del raciocinio, lo que se traduce en inquietud, intermitencia, búsqueda constante.
La raza aria, que emerge después de la atlante, no deja de pensar y de sentir sin poder desalojar el aham de su mundo, es decir, sin poder desprenderse de la condición de posesividad, el sentido de identificación y el impulso volitivo como elementos constantemente presentes en su vida. Sigue primando, con diferentes matices y en diversos grados, el provecho personal sobre el bien grupal.
Aun así, lo cierto es que ya se están apreciando los primeros síntomas de una nueva condición del funcionamiento interno de la mente. Se instaurarán nuevas pautas basadas en la apreciación de la importancia del aspecto sátvico de la mente al que llamamos budhi. Se estimará la necesidad de un desarrollo intelectivo desde una perspectiva más fina y profunda, basada en los instantes contemplativos, en el análisis y aprecio del valor del proceso de la comprensión. Esta continuidad en la comprensión será la que catapultará a una percepción no-dual.