La práctica externa que propone el Advaita se basa en el hecho de que es posible realizar la acción sin que exista realizador. El realizador que se asocia a la acción es quien impide situarse claramente en el presente. Despersonalizar la acción no es destruirla, tal como la película proyectada en un cine no se destruye por estar concentrados en ella.
Existen multitud de ejemplos a los que cotidianamente toda persona se asocia induciendo concentración en ellos. Una muy típica es el deporte. Cuando se practica un deporte o se realiza una acción que nos gusta y en la que somos diestros, la atención se posa sobre el evento de tal manera que se produce la concentración sobre el suceso. La atención posada sobre un suceso cualquiera en forma de concentración despersonaliza espontáneamente tal suceso. He aquí la magia del presente: hay acción sin actor. Podrás, entonces, practicar el deporte, desde esgrima o náutica a escalada de montaña, no importa. Siempre y cuando exista una intensa atención sobre el evento, la acción misma espontáneamente se despersonaliza, esto es, el yo momentáneamente se diluye.