Para aclarar el insondable conflicto que a la luz de cualquier estudiante plantea la No-dualidad respecto a la dualidad sujeto-objeto, la tradición oriental indujo una serie de ideas como maya y agnana. La idea de la realidad No-dual impide la existencia real de objetos independientes entre sí, tal como las nubes y quien las conoce, o el océano mismo y el sol. Sin embargo, a la luz de la experiencia humana, la dualidad objeto-sujeto se estima como válida, pues empíricamente damos fe de ella. La solución a este evento reside en el hecho de que dicha percepción diferenciada, en la que conocedor y conocido se advierten distintos, hace parte de una falta de claridad cognitiva en el sujeto (agnana) que produce en quien conoce una aparente realidad (maya) diferenciada respecto a los objetos conocidos.
La errónea percepción individual que el sujeto aprecia de sí mismo o de los objetos que le circundan puede obviarse. Corregir la falsa percepción implica anular la actividad egoica que acontece en la mente mientras se efectúa el proceso dialéctico. La supresión del sentido del “yo”, mientras la mente funciona, fractura la dualidad y crea una nueva forma de interpretación de la realidad donde objeto y sujeto cobran una nueva dimensión. En dicha dimensión la conciencia, que ahora actúa como un flujo ininterrumpido y No-dual a causa de la ausencia del “yo” en el proceso mental, advierte la existencia de sujeto y objetos, pero no aprecia sentido de diferenciación entre ellos y quien conoce. A dicha forma excepcional de cognición se la denomina No-dualidad, y al mundo experimentado desde esta nueva tribuna se la denomina como Real.