Los umbrales de la mente

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Conferencia dictada por Sesha en la primavera de 1999 en el Monasterio de Angosto, Álava.
Publicada en El Eterno Presente

L
a mente es el más maravilloso instrumento a investigar que nunca jamás tendrá el ser humano. Es un mágico laberinto del cual pocos escapan, pero en que definitivamente la gran mayoría acaba por rendirse.

El sistema Vedanta intenta descifrar el acertijo de la mente y para ello propone una serie de supuestos teóricos. Primero, clasifica en forma genérica a la mente en cuatro funciones básicas . Segundo, las supone estructuradas de materia más “sutil” que la conformada por los cuerpos físicos. Tercero, sitúa una actividad Consciente Individual –con asiento en el nivel bhúdico–, y otra actividad consciente No-dual de la cual la Conciencia Individual es tan sólo un reflejo . Cuarto, relaciona la existencia de la Conciencia Individual y de la Conciencia No- dual mediante el concepto Maya. Y quinto, mientras actúa la mente en su aspecto Conciencia Individual, el sujeto opera identificándose a sus variadas modificaciones mentales, lo que como resultado desencadena el Karma.

Como podrá notar el lector, serían necesarios extensos folios para tan sólo escudriñar parte de las interesantes teorías propuestas por los antiquísimos maestros indoeuropeos. A continuación, se profundizará en uno de los apartes teóricos relacionados con el aspecto Chitta.

LOS UMBRALES DE LA MENTE

Los contenidos de la mente están conformados por memoria en estado dinámico, asociados por karma.

La memoria es la actividad mental por la cual un objeto experimentado no desaparece.

Todo objeto repetitivamente experimentado genera hábito. Los hábitos conforman núcleos de conducta del individuo según su naturaleza.

Cuando cualquier individuo piensa, su mente se modela constantemente identificándose con cada uno de los contenidos previos situados en la memoria. Para la Vedanta, la mente adopta la forma de lo percibido y en el momento en que coincide lo percibido con el contenido previo, nace el juicio.

De igual forma, un estado psicológico sigue a otro. Por ejemplo, de la vigilia se pasa al sueño; del sueño, al sueño sin imágenes. En cada uno de estos, el paso de uno a cualquiera de los otros estados se realiza rompiendo la inercia del propio estado y logrando saltar el Umbral del siguiente estado. Así, luego del cruce del Umbral del nuevo estado la capacidad de permanecer en él depende tan sólo de su propia inercia.

La mente, normalmente, fluye sin cesar en un estado psíquico caótico, donde un pensamiento sigue a otro sin razón aparente o simplemente nota la aparición de un pensamiento sin que éste haya sido evocado voluntariamente. ¿Cuál es la razón de ello? ¿Cómo es posible que un pensamiento suceda a otro y que entre ambos no exista relación alguna en la mayoría de las ocasiones? ¿Cómo un hábito puede adquirir tanta fuerza que se convierta en un ente modificador de la personalidad?

Las causas de todo ello son: la Inercia y el Umbral mismo del pensamiento.

Definiciones:
El Umbral de la mente es el límite que debe superarse para que la mente adopte un nuevo pensamiento, permita la evocación de otro hábito o se sitúe en uno de los cuatro posibles estados internos . El Umbral por lo tanto es indicativo de la inercia misma del pensamiento, de los hábitos o de los estados.

Los Umbrales se asocian al límite inicial entre pensamientos. La Inercia, en cambio, se relaciona con la capacidad del sostenimiento del pensamiento.

El Umbral de los pensamientos es la intensidad mínima requerida para acceder a uno nuevo.

El Umbral es el estadio en el cual la Inercia del pensamiento anterior se pierde y nace la potencialidad de un nuevo pensamiento. La aparición de este nuevo pensamiento implica el previo cruce de su propio Umbral que para elementos prácticos ha de ser menor al de cualquier otro pensamiento.

Dinamismo:
A medida que un pensamiento se vuelve repetitivo, el hábito a permanecer en él se acrecienta, razón por la cual aumenta su Inercia y disminuye su Umbral de acceso. Por lo tanto, a medida que la Inercia del estado aumenta, el Umbral de acceso a ese mismo pensamiento disminuye. La relación entre el umbral y la Inercia del pensamiento es inversamente proporcional . Sin embargo, tanto la Inercia como el Umbral son dinámicos, esto es, la modulación de su intensidad depende en general de todas la condiciones que operen sobre la psique del individuo, razón por la cual varían de un momento a otro, e inclusive, de un instante a otro.

Cuando en la meditación aparecen incesantemente pensamiento o hábitos que torpedean la práctica, éstos dificultan la profundización del estado. Sin embargo, es lo más común que aquellos pensamientos o hábitos molestos en otra práctica de meditación realizada minutos u horas después, e inclusive en la misma, puedan ser controlados sin problema alguno. ¿La razón?, el dinamismo del Umbral y la Inercia del pensamiento.

Por lo tanto, la inercia de mantener un estado mental –pensamiento, hábito o estado– o la inercia a perderlo es dinámica, cambiante. El Umbral puede elevarse o bajar, aumentar o disminuir. Los umbrales para los ingresos a los estados no son fijos ni estáticos, no se pueden cualificar y tampoco se pueden cuantificar de manera determinante y única.
Por ejemplo, cuando se intenta dormir, se utilizan variados elementos con el fin de poder inducir el estado con mayor rapidez. El Umbral de ingreso al estado del sueño disminuye cuando el cuerpo manifiesta cierto cansancio pero, si al contrario, el cuerpo está demasiado agotado, el Umbral de acceso al estado onírico se eleva impidiendo el sueño. El Umbral del sueño suele ser normalmente más alto si se duerme de día y más bajo en la noche.

El Umbral se relaciona directamente con el hábito de cada estado.
Por ejemplo, si una persona es perezosa y acostumbra dormir a cada momento, el Umbral del sueño disminuye. Para una persona normal es mucho más fácil dormir de noche que de día porque todos los sistemas están naturalmente dispuestos a ello, por eso, el Umbral para pasar al estado de sueño disminuye de noche y aumenta de día.

No acumulación:
Ningún Umbral es la suma de los accesos parciales a un estado o pensamiento. O sea, el hecho de llegar a posarse en un estado mental –pensamiento, hábito o estado– de manera “estable” no se logra con tan sólo llegar a él intermitentemente. El salto del Umbral para lograr un estado mental firme no es la suma ni la acumulación de los mismos estados vividos en forma parcial o momentánea.

LOS UMBRALES EN LA PRÁCTICA MEDITATIVA

De acuerdo a las definiciones anteriores se intentará a continuación describir la práctica de la meditación y de sus estados previos.

Existen cinco niveles básicos respecto a los cuales es posible describir la mente en el transcurso de la absorción hacia el estado No-dual. Los niveles y sus características básicas son:

Sueño. La mente crea un mundo proveniente de sí misma sin considerarlo como reacción propia. Allí, el sujeto actúa como sujeto del mundo creado por él mismo y al cual reconoce como externo a él.
Se le considera el estado más caótico en el que la mente puede manifestarse.

Pensamiento. La mente reconoce a sus contenidos y se identifica con ellos considerándolos como parte misma del sujeto. Allí, el individuo mimetizado con los contenidos evocados y sin diferenciarse de ellos se convierte en aquello que piensa.
Se le considera un estado mental menos caótico que el Sueño y junto con éste son los estados mentales más comunes de quienes emprenden inicialmente la práctica interior de la meditación.

Observación. La mente se polariza diferenciando al sujeto perceptor de los contenidos percibidos. El individuo logra situar a “cierta distancia” sus propios pensamientos sin identificarse con ellos y sin perder la postura de “observador de lo evocado”.
Se le considera un estado mental menos caótico que el Pensamiento.

Concentración. La mente permanece aún polarizada entre sujeto perceptor y los contenidos mentales pero, a diferencia del estado anterior, la masa evocada de información no toma forma. Cuando el sujeto Observa sus contenidos mentales –pensamientos– que fluctúan unos tras otros, logra notar el “espacio” existente al final de uno y antes de la aparición del siguiente. Si permanece allí sin esfuerzo alguno, logra ingresar a la concentración. Allí el sujeto ante la carencia de objeto de percepción no tiene otra opción que observarse a sí mismo carente de atributos.
Se le considera un estado mental estable muy superior al de la Observación.

Meditación. La mente adopta la forma de la No-dualidad y tanto el perceptor como los contenidos mentales desaparecen dando nacimiento a un estado donde el “yo” no está en un lugar específico de la percepción pero no existe ningún lugar donde el “yo” no esté.

Es el estado interior más estable y carece de caracterización mental. La permanencia en el estado de Meditación conduce al siguiente estado interior denominado Samadhi o posesión de sí mismo. La permanencia en el estado de Samadhi induce un último estado interior denominado Jivanmukta o liberado en vida.

Retomados de nuevo los conceptos que atañen a los diversos niveles respecto a los cuales puede la mente situarse mientras intenta meditar, pasaremos a interpretarlos según el concepto de Umbrales e Inercia.

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El Sueño es el más caótico de todos los estados mentales. Su Umbral mental es casi nulo. Basta sumirse en la propia mente ininterrumpidamente mientras el cuerpo está relajado para inducir su nacimiento. El interés nuestro respecto a este estado es mínimo.

La actividad misma de la vigilia y el agotamiento que el actuar infringe a la psique por el choque constante ante la supuesta agresión del entorno induce la necesidad de aislarse de todo. El mecanismo más común para reestructurar todos los sistemas es sumergirse constantemente en la propia memoria perdiendo la capacidad de mantener continuidad consciente de ser sujeto de la percepción. A medida que ello acontece, el Umbral del Sueño disminuye induciendo al individuo a caer en él.

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La vigilia es de los siete estados interiores que incluyen el Pensar el que posee un Umbral más bajo. El hecho de permanecer despiertos diariamente horas enteras mientras la mente se agita en constante dispersión y caos disminuye el Umbral del Pensar a un valor casi nulo.

Por ello, situarse en el Pensar no cuesta esfuerzo. Es más, pareciera una actividad que actúa por sí misma. Basta cerrar los ojos e intentar sumergirse en meditación, para que los pensamientos inducidos y parásitos inunden la esfera de la percepción consciente. Así, sin control alguno de presente, la mente identifica al sujeto con sus contenidos experimentados y lo lleva de evocación en evocación, sin que el sujeto pueda decidir cuál debe aparecer y cuánto debe durar cada recuerdo.

Pensar lo hacemos caminando, jugando, saltando, mirando, todo es pensar… es tan fácil saltar el Umbral del Pensamiento a causa de la actividad excesiva que tenemos en él. El Umbral del Pensamiento es tan mínimo que basta muy poco esfuerzo para situarnos en él. En cambio, la Inercia del estado es tan alta que difícilmente la mente puede asociarse a uno de los otros seis estados mentales restantes, razón por la cual la mente vaga entre el pasado recordando pensamientos y hábitos mentales, sin poder asociarse a los acontecimientos que la vida misma le provee al individuo en su acontecer del presente.
Mientras se busca la concentración interior, la mente suele inducir alocadamente toda suerte de pensamientos. Pueden haber momentos donde se pasen minutos enteros sin notar que en ese instante lo que se busca es concentrarse. Pensamientos sin relación entre ellos, identificación mental con las molestias físicas, distracción a través de los sentidos, he aquí entonces varios de los elementos que fortalecen la inercia del estado del Pensar y disminuyen el Umbral requerido para entrar en él.

Así, el estado del Pensar es el más común en el que se ve situado el individuo mientras intenta practicar la meditación. Allí, puede pasar horas enteras, años enteros, sin lograr su control, sin disminuir su Inercia, sin aumentar el Umbral que impide situarse en él.

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Es necesario para llegar al estado de la Observación traspasar el Umbral del Pensamiento . La dificultad para permanecer en este nuevo estado se debe a la falta de hábito en observar los estados interiores de la mente.

Mientras que en el estado del Pensamiento la ausencia de control induce la aparición del estado de Sueño o el caos mental , la pérdida momentánea del estado de Observación lleva al estado del Pensamiento en forma inmediata. Basta perder por un momento el control de la Observación para ingresar al estado del Pensamiento.
Mientras practica la obtención de la meditación y a medida que permanece en la observación de los pensamientos, el estado de la Observación aumenta su Inercia e impide poder regresar a los estados inferiores a él. Si la inercia del estado es ya muy fuerte, o sea, ha logrado mantener continuamente sin haber perdido un solo instante el estado, puede incluso llegar el momento en donde se filtre momentáneamente actividad del estado de Pensamiento, e inmediatamente y como si tuviese un resorte, la inercia del Observar se hace nuevamente manifiesta.

Mientras más logre permanencia en el estado de Observación, más difícil será regresar a cualquiera de los dos estados anteriores. La Inercia de la Observación se logra exclusivamente si en el estado existe continuidad.

La Observación interior no suele ser un estado común en las personas. Los pensamientos percibidos a cierta distancia se ven nacer y morir cíclicamente. Si la atención aumenta en razón de la Inercia del estado se notará cómo los pensamientos se alejan cada vez a la vista interior del perceptor y cada vez que un pensamiento aparezca, instantáneamente se disolverá creando un espacio entre ellos. El espacio entre pensamientos es la puerta al estado de la Concentración.

El hábito que la práctica diaria de la observación de pensamientos genera induce la disminución del Umbral de la Observación. La permanencia ininterrumpida en este estrato aumenta su Inercia a tal punto que el siguiente estado de Concentración aparece en forma repentina.

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Para que la concentración sea profunda, la percepción interior debe tener cuatro características básicas: ser completamente homogénea, ausencia total de límites, sensación activa del sujeto observando la masa indiferenciada frente a sí y ser una experiencia viva, o sea, las tres características anteriores no deber ser imaginadas sino han de experimentarse como un acontecer del presente.

Es posible observar un nivel desde otro, situación que acontece con mayor claridad en el estado de Concentración. Cuando la inercia del estado es muy alta su estabilidad se fortalece impidiendo que la mente regrese a los niveles anteriores . Allí, sobre la masa homogénea y sin límites aparece entonces un pensamiento pero el Umbral del estado de la Concentración a causa de su permanencia previa es tan mínimo, casi inexistente, que el pensamiento se diluye, para nuevamente regresara la concentración interior.

Para aumentar la Inercia del estado es menester conservar interrumpidamente la concentración según los cánones descritos previamente. La Inercia del estado no aumenta si cíclicamente se llega a él. La suma de los diversos ingresos al estado no implica el aumento de la Inercia; tan sólo la permanencia continua y sin descanso determina su estabilización.

Se puede notar por ejemplo, mientras se está sumido en la concentración profunda, que son capaces de afirmar: –¡está oscuro!, –¡qué maravilloso, no hay nada!, –¿dónde estoy? Sin embargo, basta terminar la oración para que nuevamente la homogeneidad se haga evidente de manera estable, de tal forma que el Umbral que da acceso a la Concentración parezca casi inexistente.

La inercia del estado de Concentración aumenta a medida que se sostienen en él sin interrupciones. La Inercia se acrecienta a medida que el esfuerzo de permanencia disminuye. Por lo tanto, la Inercia del estado se hace infinita cuando la tensión por su permanencia muere, situación que induce la aparición del siguiente estado, el de la Meditación.

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Para que la Meditación sea profunda es necesario que la percepción interior manifieste cuatro características: la masa perceptiva debe ser completamente homogénea, la masa perceptiva no debe poseer ningún límite, la experiencia ha de ser vida, o sea, debe diferenciarse entre un pensamiento de vacío y vacío de pensamientos y, por último, el sujeto no debe ocupar un lugar específico de la percepción. Además, no debe existir lugar de la cognición donde el sujeto no se encuentre, o sea, el sujeto ha de estar inmerso en la No-dualidad.

A medida que en la etapa de la Concentración la atención se mantiene sin esfuerzo alguno, lentamente disminuye el Umbral de ingreso al estado Meditativo. Llegado el momento gracias al aumento de la Inercia imperante, la mente adopta la forma de lo No-dual y se dirige ahocicada a un no-pensamiento hacia la meditación profunda.

Allí, en la Meditación, el estado se mantiene sólo si la Inercia es casi infinita, lo que implica que la permanencia de la atención dirigida a un no-pensamiento se realiza sin esfuerzo alguno. Cualquier pensamiento por mínimo que sea hace perder el estado y dependiendo de la conformación psíquica se dirige a un estado menor con Umbral mínimo.

Para la mayoría de las personas, el Umbral Meditativo es muy alto y su Inercia casi inexistente, debido a la poca frecuencia con que se logra el estado. La práctica constante reduce el Umbral y aumenta la Inercia del estado . En la medida en que se practica la meditación, su Umbral cada vez disminuye y muere cuando no se piensa. La maestría interior implica la ausencia de Umbral Meditativo.

A su vez, cuando el Umbral de la Meditación se hace cero y su Inercia momentáneamente infinita, la práctica meditativa conduce a la experiencia del Samadhi. Allí, la atención es continua y carente de esfuerzo. Allí, la atención se transforma en “Presente Puro”.

Cuando la Inercia del estado No-dual Meditativo se hace completamente infinita y su Umbral es absolutamente inexistente, la mente ha extinguido la posibilidad de conformar sensación egoica. Entonces el ser humano ha encontrado el más grande don, ha logrado la Liberación Total.

EL OBSERVADOR Y LO OBSERVADO

Todos los cinco estados interiores que hemos llamado Sueño, Pensamiento, Observación, Concentración y Meditación, tienen algo en común y es posible estudiarlos bajo una perspectiva diferente a la de los Umbrales y la Inercia de la mente, o sea, es posible analizarlos también bajo el aspecto del “Observador” y lo “Observado”.

Durante el Sueño, el sujeto actúa como “Observador” y los objetos mentales como “Observados”. Los dos son de idéntica naturaleza, pues ambos tienen raíz en la mente del individuo mas se advierten como diferentes el uno al otro.

En la etapa de los Pensamientos, el sujeto se identifica como “Observador” y el mundo interior que fluye como pensamientos se denomina lo “Observado”. En esta etapa, el “Observador” se identifica completamente con lo “Observado” de tal manera que ambos se entremezclan induciendo al sujeto la creencia que su naturaleza se asimila a lo pensado. La ausencia de distancia entre el “Observador” y lo “Observado” convierten a la experiencia psíquica en un individuo que presume ser aquello que evoca y que ve como propio su mundo interior.

Mientras el estado de Observación acontece, tanto el “Observador” como lo “Observado” permanecen diferenciados. El sujeto se independiza del movimiento mental que su aparato psíquico mantiene de tal modo que se induce una distancia entre él y lo que él observa. A medida que la Observación se acentúa, los pensamientos “Observados” disminuyen su intensidad y cada vez se diluyen más rápidamente, creando simultáneamente un espacio entre cada nueva aparición.

Durante la Concentración, el sujeto “Observador” mantiene la percepción sobre la ausencia de pensamientos que ahora no fluyen desde la distancia creada en el anterior estado. La vacuidad que ve frente a sí permanece creando un clima interior maravilloso. El descanso y la quietud de este estado se ve recompensado gracias a la larga disciplina de control impuesta por el sujeto a su aparato psíquico.

En la Meditación, tanto “Observador” como “Observado” se integran sin diferenciación con todo lo existente alrededor. Allí, la mente, adoptando la forma de la No-dualidad, sirve como primer escaño a su absorción total. Basta mantener la atención en relajación total para que la meditación se estabilice y abra las puertas que conducen al Samadhi. He aquí por fin el bálsamo del alma, el estado final en el que cesa toda duda y en el que se advierte la identificación total entre el individuo y el Absoluto No-dual, ésta es la sagrada experiencia desde la cual es posible afirmar:

SARBAN KALBIDAM BRAHMAN
TODO ES REALMENTE BRAHMAN