Todo individuo tiene la capacidad innata de reconocer su propio mundo y su entorno constituido de Objetos externos a él. Los clasifica, cataloga, interpreta y al final los aprehende. A este conjunto de funciones se denomina conocimiento.
El Advaita asume la realidad como No-dual, esto es tanto Sujeto como Objeto han sido, son y serán siempre no-diferentes en cualquier estado de conciencia experimentado. Sin embargo, ¿cómo explicar la conciencia individual y el sesgo de diferenciación que acompaña a la cognición?
Son los límites generados por la mente quienes hacen ver como real la inexistente dualidad. Según opere la mente asociada al limitante Espacial, el Sujeto se Particulariza o Totaliza, esto es, cobra o no distancia de aquello que conoce. Sin embargo, a causa del limitante de Frontera, la mente asume que tanto Sujeto como Objeto poseen un borde, una barrera que los delimita en múltiples maneras al definir “nombre” y “forma”.
En ocasiones se obsequian como regalo ciertas muñecas cuyo interior contiene otra más y, a la vez, en cada una de las interiores se guarda espacio interior para otra nueva que, a su vez, contiene otra más pequeña, y así sucesivamente. De igual manera opera el límite de Frontera. Todo contenido conocido hace parte de otro que lo contiene o del cual es parte. Se denomina universo al ente físico más grande que se conoce y en el cual están incluidos todos los contenidos existentes. Se reconoce el acto de ser Sujeto como la condición asociada a la cognición con Frontera más reducida que puede existir1.
1 No es posible aprehender contenido mental más pequeño que la fracción ideal denominada “yo” o “yoidad”.