La mente es una actividad sumamente compleja, y la cognición como función esencial de dicha actividad es francamente difícil de entender.
Comprendemos y poseemos mejores modelos de los agujeros negros y del inicio del universo que de la complejidad misma de la cognición. Las teorías que intentan describir el mecanismo de la percepción, como instrumentalidad de la cognición, son siempre limitadas y terriblemente confusas.
Por ello, viajar por el mundo interior teniendo a la mente como bote para navegar es tan complejo como intentar ver las partículas que componen el aire y, aun sin verlas, saber que están allí frente a nuestros ojos. Cuando cierres los párpados y sitúes tu cuerpo en una posición cómoda, te enfrentarás a variadas circunstancias que te impedirán recorrer los lugares más fascinantes de la mente; este viaje lleno de distracciones se parece a la escucha de las antiguas sirenas mitológicas que con sus voces impedían a los marineros llevar correctamente el curso mientras navegaban por el mar.
Cuando cierres los ojos e inicies el trabajo de conocer tu interioridad, notarás que puede solamente ocurrir a la vez una de cuatro situaciones posibles:
- Aparición del mundo externo.
- Fantasía e imaginación.
- El sueño.
- La observación interna.