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Librarse del peso kármico

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Para librarte del peso kármico tienes dos opciones: la “recta acción” y el “conocimiento de sí mismo”. En ambos casos la libertad estriba en la ausencia de “yo” que acontece en el actuar o en el saber. Tu “yo” fracciona la realidad en una dualidad incesante de “conocedor” y “conocido”. En dicha realidad acontece la relatividad de los hechos experimentados y, por lo tanto, la inestabilidad de todo lo conocido.

El mundo no cesa ante la ausencia del “yo”; el mundo sigue experimentándose pero bajo un nuevo paradigma. El nuevo modelo cognitivo que se establece ante la ausencia del “yo” no erradica a objeto ni a sujeto, pero introduce la certeza de que quien conoce no diferencia al conocedor de lo conocido. Dicha afirmación, que al parecer es un juego de palabras, redefine la conciencia bajo una nueva prerrogativa, una en donde la percepción pasa a ser simultánea en el tiempo y ubicua en el espacio, a diferencia del modelo secuencial donde tiempo y espacio son entes delimitantes.

El encadenamiento de causa y consecuencia puede evitarse realizando la “recta acción”, es decir, aplicándose a ejecutar los actos ausentes de sentido de propiedad y sin buscar el resultado de los mismos.

Los contenidos kármicos, sea cual fuere su causa, sólo pueden ser disueltos gracias al conocimiento de sí mismo, pues es a falta de dicho conocimiento que se establece el encadenamiento kármico entre actor y resultado de la acción. La dualidad no existe por sí misma; es el resultado evolutivo del pensamiento dual. Mientras el pensamiento dual se experimente a nivel individual o colectivo, el mundo adoptará las consecuencias de dichos pensamientos. La mente humana experimenta el mundo pensándolo o sintiéndolo. No suele ver más allá de estas dos opciones. Así entonces, los humanos se subdividen entre “racionales” y “sensibles”. Sin embargo, existen otras formas de interpretar la continua realidad sensoria e ideal. Basta permanecer sorprendidos continuamente ante un nuevo evento e inmediatamente el sentido de yoidad se desplaza del proceso cognitivo hasta momentáneamente desaparecer. Dicho evento de ausencia de yoidad puede aparecer en los momentos donde la novedad o el asombro inundan un presente cualquiera. Es justamente la continuidad del presente lo que abre las puertas a nuevos estados de conciencia. Educar la mente en la permanencia en el presente es parte esencial de la práctica meditativa.

Cualquier acción realizada bajo los nuevos parámetros que impliquen ausencia de yoidad no genera nexo entre la acción y quien actúa. Ello libera al individuo de crear un futuro y libera a la mente de experimentar el sentido de dualidad. El universo es como es, pero no es como tu lo piensas.