Las gunas se parecen a la naturaleza esencial de la energía: dotan de movimiento, vida y actividad. El universo está impulsado a moverse gracias a que la energía provee el caudal suficiente de información para mantener la incesante acción. Asimismo las gunas, según el modelo de las leyes que rigen, impulsan al universo en la dirección adecuada donde la sustancialidad de todo lo creado cobra sentido. La mente, el “yo”, la materia, y todo evento que desde la dualidad sea experimentado, no es más que una manifestación de los ilimitados atributos de las gunas.
Tanto las estrellas y las galaxias como las leyes físicas y químicas que en ellas operan son producto del orden implícito y de la actividad propia de las gunas. Por ejemplo, el cuerpo humano y sus diversos sistemas operan bajo implacables leyes naturales, pero quien actúa en el caso del acontecer humano son los devas rectores de las funciones que implican actividad. Desde la perspectiva humana, las gunas generan los diversos atributos de los koshas o envolturas ilusorias que conforman las diferentes formas de expresión en las que el ser humano puede actuar en todos sus niveles, tanto físicos como mentales. La tradición oriental ha dotado a las gunas de inteligencia y dicha inteligencia toma el nombre de devas. Así entonces, los devas son la expresión inteligente de la acción, y son quienes determinan el curso de los acontecimientos en cualquier parte del universo. Los devas se expresan en infinitas familias cuya naturaleza expresa acción material o ideal. Así pues, también existen los grandes devas cósmicos, cuya función primordial es regir sobre las inmensas regiones del universo, dotando a cada una de ellas de un orden en el que se plantee una acción precisa, según un plan determinado por el karma inacabado del anterior universo.