La mente posee infinidad de estatus sobre los cuales funcionar. Dependiendo de la constitución mental, hay quienes son reflexivos o contemplativos, pues su mente responde de una manera diferente cuando conoce.
Cuando no puedas aquietar la mente es posible dirigir la atención fuera y luego regresar dentro. Realiza el ejercicio de contemplar un paisaje, y luego simplemente cierra los ojos. Notarás inmediatamente la ausencia de contenidos mentales, pues la contemplación externa puede llevarte a su simetría interior de forma inmediata.
Si cualquiera de los sentidos está activo, es práctica externa. Si por un momento la continua atención a la respiración te lleva a introducirte en tu interioridad y eres consciente de la ausencia de todo contenido mental, entonces has saltado a la simetría interior y pasaste de fuera a dentro.
Igual pasa con quienes no pueden proyectar la atención al mundo externo. Al abrir los ojos, después de una correcta práctica interior, la simetría les lleva a ver el mundo externo de forma despersonalizada.
Durante la práctica interna, cuando experimentas recurrentemente el presente, mientras los sentidos se desconectan, los objetos mentales desaparecen. Un presente recurrente hace que dentro desaparezcan los objetos mentales, mientras que fuera desaparece el sujeto mental.