Estudiante: Yo fumo y sé que es malo para mi cuerpo. ¿Es como si la conciencia, cuando se hace presente en mí, fuera masoquista?
Sesha: Cuando fumas sabes que te hace daño. Evidentemente ello es un acto de comprensión. Es decir, no dudas que te hace daño consumir cigarrillos. Pero esa no es la comprensión que buscamos. Al acto de comprender quítale el cigarrillo, tu necesidad y tus justificaciones, y lo que queda sí es la conciencia.
La comprensión respecto a un evento cualquiera, como en tu caso cuando fumas, avala la realidad del hecho. Es decir, valida la existencia del cigarrillo, de tu cuerpo y del daño que hace sobre él. Pero dicha comprensión se asocia, por su momentaneidad, a lo que denominamos “razonar”.
La conciencia avala el acto de razonar, como también lo hace sobre el hecho del sentir. Pero dichos actos de comprensión simplemente otorgan realidad a una segmentación del proceso cognitivo. La Conciencia, con mayúsculas, y de la cual habla el Advaita , tiene que ver con el acto de compresión asociado a la continuidad de reconocer a la misma Conciencia como sostén del pensar y del sentir, lo que hay antes de que estos se produzcan y lo que continuamente se advierte después de haberlos conocido, y no del juicio sintético que finalmente se produce en la mente.
Mira la comprensión sin el cigarrillo, sin la justificación de que tú quieras fumar; observa la experiencia sin esos factores diferenciadores que operan en tu mente y advierte lo que queda. El resultado final es la comprensión que estamos buscando. No es relevante la comprensión de que fumar te hace daño; es poco, no es una comprensión profunda. Es tan poco profunda dicha comprensión que, aún teniéndola, sigues fumando. Debes buscar la comprensión que te lleve a no dudar jamás que fumar le hace daño a tu cuerpo; así, de esa manera, dejarás finalmente el vicio.
La conciencia no es masoquista, pues no interviene diferenciando “bueno” de “malo”. Ella es como el espacio, que no es culpable de la presencia de volúmenes esféricos o cúbicos. La conciencia es imparcial, pero es la base de todo lo existente. Nota cómo, mientras sueñas, toda la sustancia de los diversos objetos allí constituidos, sean materiales o ideales, no son más que expresión de la conciencia del soñador. Si ves en tu sueño un fumador que se tilda a sí mismo de masoquista, le podrás decir que saberlo o no saberlo es improcedente para la conciencia del soñador, pues este se ve inafectado por cualquier acto que realicen los soñados. El soñador es la base de todo lo existente pero nada de lo que crea le afecta.
Mientras fumas juegas al hábito de ser rebelde, crees que tú tienes el control de fumar o no hacerlo, mas con tu comprensión lo que haces es justificarte en tener un vicio. Dicha justificación es tan momentánea como la comprensión que te lleva a ella. Pero si a esa comprensión le quitas el cigarrillo y le quitas la justificación, notarás un universo nuevo e ilimitado más allá de cualquier conceptualización que asumas momentáneamente como válida. Dicha comprensión asociada a lo ilimitado es lo que subyace en forma de presente y es lo que buscamos como base para situar la atención