Para algunas tradiciones meditativas la postura es un aspecto muy importante de la práctica. Parte de la enseñanza zen, por ejemplo, se sustenta en el control físico que se tiene de los sistemas y en la voluntad que reside en poder lograrlo. Sin embargo, el Advaita busca un tipo de cognición denominado No-dualidad. Para ello nos basamos en una meditación sostenida con base a “la atención percibida por la atención misma”. Desde esta perspectiva la postura pasa a ser algo accesorio. Es simplemente un soporte superficial que ha de permitir la comodidad suficiente de no estar pendiente del cuerpo físico, pero no es el objeto fundamental de la práctica.
En virtud de lo anterior, lo esencial es la actitud mental final de quien observa el mundo interior. En consecuencia, es posible la obtención del samadhi en cualquier postura, ya sea esta sentado, acostado o caminando. De hecho, no se requiere de una postura especial para lograr el estado supremo No-dual. En la práctica del samadhi la actitud meditativa es independiente de cualquier postura, de cualquier gesto y de cualquier condición física o mental que el individuo tenga, pues el estado No-dual transciende toda condición.