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La No-dualidad no posee atributo alguno

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La No-dualidad no posee atributo alguno: se define por Sí misma. La dualidad posee el atributo primario de “nombre” y “forma”. En este caso, “nombre” y “forma” representa también los tres restantes delimitantes: Espacial, Frontera y Causal.

Intenta cerrar los ojos mientras adoptas una cómoda posición corporal. Nota cómo continúa el hábito de localización sensoria respecto a cualquier ente interno o externo. Percibe como la atención fluye de manera incontrolada de un lugar a otro de tu cuerpo a medida que pasa el tiempo. Mientras ello ocurre, emergen como fantasmas todo tipo de pensamientos cuya variada naturaleza solo tienen en común su raíz aleatoria. Así, de un lugar a otro del cuerpo y de un lugar a otro de la memoria pasan minutos u horas sin que aparezca ningún cambio, excepto la probable invitación que el sueño pueda ofrecer.

Ahora percibe, por ejemplo, tu mundo interior exclusivamente a través de un sentido corporal sutil. Si es el caso, observa mediante la vista interior1 la negritud que momentáneamente se produce cuando intentas interpretar el mundo que ocultan los párpados mientras están cerrados. Si mediante la práctica de meses o años puedes permanecer inmutable, observando la ausencia de atributos de forma y color, y la mente logra sostenerse exclusivamente en la negritud que la vista mental detecta, entonces podrás empezar a notar una nueva modalidad de paz, de tranquilidad, mezcla de quietud y fuerza, de silencio y viveza.

Podrán pasar uno a uno los minutos pero tú te mantendrás inamovible, experimentando una modalidad profundamente extraña pero maravillosamente intensa de ser y de existir. Inicialmente, la sensación de ser Sujeto no cesa. Es más, permanece también inalterable. Simplemente, el Sujeto en forma de Exín2 se advierte continuo y sin intermitencia. Aún la quietud es susceptible de ser definida como tal; la negritud también mantiene el tono previamente reconocido. “Nombre” y “forma” se entremezclan, en el Objeto experimentado, con el ambiente que se crea a su alrededor.

Intenta ahora desenmascarar al observador que continuamente permanece asociado al sentido visual interior reconociendo el espectáculo de la negritud y que, junto con él, componen la percepción. Trata de sostenerte como conocedor y no te proyectes en lo observado. Sitúate en el Presente y con la atención no dirigida a Objeto interior alguno. Conviértete en experimentador de ti mismo. Encuentra a quien conoce y fúndete en él. No interpretes mentalmente el mundo interior mediante sus mecanismos. Solo tú contigo, sin definirte, sin localizarte, sin mediador alguno.

Aquí cesan los atributos. El Saksim3 está ahora sumergido en un lugar donde no se diferencia de ningún ente. Allí el conocedor no encuentra sentido de comparación, ni de pertenencia, ni de localización. Cuando logres permanecer, minuto tras minuto, sin interferir en el estado que experimentas, has de saber entonces que has logrado vislumbrar el aún incipiente néctar de la inmortalidad. Ahora, eres el espacio que fluye en el espacio. Ningún Objeto lo limita. Ningún concepto lo limita. No hay arriba ni abajo, nacimiento ni muerte, calor ni frío, placer ni dolor.

Tampoco es viable reconocerse como ente individual. En cambio, la Conciencia se asocia ahora a la ausencia del límite egoico, alimentando el saber que allí opera. Hay Existencia, hay Saber, hay Bienaventuranza, pero aún hay más; es tan solo el paso previo a la No-dualidad incluyente: te encuentras en el estado intermedio denominado Concentración.

Manténte allí sin recelo. No intentes controlar nada. Basta el simple atisbo de localización o apropiación mental para desestabilizar el estado. El más mínimo movimiento mental produciría el regreso al estado de Observación. Nota ahora como el rugido de lo infinito copa la percepción. Nota como la Conciencia, que antes se confundía en la homogeneidad de Sujeto-Objeto, empieza a tomar densidad, cuerpo, solidez. Seidad y Conocimiento no son meros conceptos en que se afirma el Sujeto para sentirse vivo. Ahora Seidad, Conocimiento y Bienaventuranza irrumpen con vida propia. El Infinito es su cuerpo, lo Absoluto su realidad y lo Eterno su morada. Libre por fin de atributos, todo lo llena; libre de los pares de opuestos, ondea en su realidad sin causa. He aquí el estado Nodual, el mágico aliento que sostiene el universo, en donde siempre todo ha Sido, Es y Será. No hay diferencia alguna entre quien percibe y lo percibido; Conciencia y Conocimiento son similares e idénticas realidades.

1 Hace referencia a la vista que reconoce aquello que es posible imaginar, esto es, una vista mental, y no la vista que denota la negritud provocada por la ausencia de luminosidad en los ojos físicos.

2 El Sujeto de la Observación

3 Identidad propia del estado de Concentración