Sesha nació en Bogotá (Colombia) en 1960. Es ingeniero y un reputado
profesor de filosofías orientales, más concretamente dentro de la corriente del
Vedanta Advaita. A los 26 años, y después de variadas experiencias
meditativas profundas, obtuvo la vivencia trascendental. Desde ese momento
inició los viajes que le han llevado a distintos países a enseñar y analizar su
vivencia no-dual. Hablamos con él acerca de cómo se puede articular esta
mística con la vida ajetreada y los problemas en que estamos inmersos en
Occidente.
-¿Qué significa ser espiritual en el Occidente del siglo XXI?
-Antiguamente ser espiritual implicaba compartir un cierto dogma y un cierto ritual. Ahora
ya, la comprensión que se tiene del Universo, los avances tecnológicos, la propia
comprensión, el análisis que la neurociencia hace del cuerpo humano, han reducido el
dogma y el ritual a la mera religiosidad. Ser espiritual tiene relación con una forma de vivir,
con una manera de pensar, con una forma de interpretar el mundo en que la naturaleza y
el prójimo están incluidos. Desde esta nueva perspectiva, las relaciones interpersonales
llegan a ser más vivenciales, más espirituales, más claras, más concisas. Al conocer más
sobre sí mismo y sobre el entorno, al individuo le es más fácil opinar sobre cosas que antes
desconocía. Y a esta afanosa carrera que lleva necesariamente al conocimiento de uno
mismo, a un bienestar con uno mismo y con el entorno, a eso le llamamos espiritualidad.
-¿Qué hace la persona sobre sí misma que le permite decir que está funcionando de un
modo espiritual versus quien no?
-Antes, y no estamos hablando de hace un par de siglos sino incluso de hace un par de
decenas de años, el individuo no tenía otra cosa excepto creer por fe que su propia
salvación interior o espiritual le venía de la obtención de ciertos requisitos, del seguimiento
de ciertos dogmas y rituales. El individuo, desafortunadamente por su fe asumía que nacía
culpable, que nadie podía redimirlo excepto aquel que se había sacrificado por él, y
desde esa perspectiva el ser humano no tenía que hacer un esfuerzo excepcional de
autoconocimiento, sino más bien seguir unas leyes, un conjunto de normas. Ahora la
comprensión es diferente. Ahora la fe no es un elemento suficiente a través del cual poder
interpretar el mundo. Hoy, la investigación de lo que es el ser humano no atañe
exclusivamente a la religión, sino que atañe también a la ciencia, a la psicología, a la
psiquiatría, a la filosofía… Cada una de ellas da conceptos cada vez más universales y a la
vez más propios, más integrados. Ahora la persona puede reflexionar sobre sus propios
procesos mentales, pues tiene elementos para poder hacerlo; la propia observación de sí
misma la lleva a que pueda conocer más de sí que antaño. Además, el hecho de poder
relacionarse y relacionar sus conclusiones con otros grupos humanos le permite gestar una
modalidad de percepción que es mucho más global, mucho más clara y más concisa.
-Desde tu punto de vista, ¿la ciencia va a contribuir a que la visión espiritual vuelva a
consolidarse, aunque de otra manera, en Occidente?
-Claro. Es que la religiosidad es un modelo de pensamiento. La expresión creacionista de la
realidad por ejemplo, o la expresión evolutiva que la ciencia tiene, son modelos de
pensamiento, uno a nivel filosófico y otro a nivel matemático, que intentan, por decirlo de
alguna manera, dar un sentido a la razón de ser de las cosas, crear algoritmos lo
suficientemente claros para una continuidad en el proceso del desarrollo humano. Pero la
ciencia, con los descubrimientos que ha logrado, ha implantado otras ideas. Te darás
cuenta de que ahora, en la jerga común y cotidiana, todos nosotros hablamos de
relatividad. Que todo es relativo pasa a ser una especie de gancho adicional en los
comentarios que hacemos de las cosas. Esto tiene que ver con el paso que dio Einstein
hace un siglo. A medida que la ciencia va aportando más elementos vamos ingresándolos
al común del pensamiento colectivo y vamos integrándolo de mil maneras. La ciencia
aporta muchas ideas, y estas ideas forjan modelos, no solo matemáticos, sino que también
pueden ser filosóficos.
-En esto ¿es fundamental que la ciencia esté desmontando la visión materialista de la
realidad?
-Yo no creo que la ciencia esté desmontando algo; simplemente está llegando a
conclusiones por sus propios estudios. Si las equivalencias previas no coinciden con ello
evidentemente han de ser desmontadas, como se desmontó un día que la Tierra era plana,
o que las estrellas eran lamparitas que adornaban el cielo para iluminar las noches… Llega
un momento en que las cosas que son se revelan, simplemente porque no tienen otra
opción que mostrarse como siempre han sido.
-¿Puede ayudar hoy día la filosofía oriental a resolver los conflictos de las sociedades
occidentales?
-La filosofía oriental, como la filosofía occidental, es un conjunto de ideas, de mecanismos
que nos permiten interpretar de una manera muy específica el mundo. Por ejemplo, las
filosofías orientales tienen conceptos como el sentido de la compasión, que es parte de la
base budista. El budismo explica que el ser humano necesariamente interactúa con el
entorno, y al interactuar lo modifica, y al modificarlo puede hacerle bien o puede hacerle
mal. El sentido de la compasión permite una conexión siempre constructiva con el entorno
donde nos encontramos. Esto, que es un modelo de pensamiento de hace 1.500 años,
cobra vigencia en todo momento, porque muchos de estos planteamientos tienen que ver
con apreciaciones que son eternas. El hecho es que la filosofía oriental, por ejemplo el
Vedanta, que habla de diversos estados de conciencia adicionales a los que se estudian
en Occidente, abre las puertas al estudio y al análisis de la mente de otra manera
diferente, cosa que los psicólogos de la Gestalt o los nuevos psicólogos que tratan sobre la
expansión de la conciencia han incorporado. Es decir, hay muchos elementos en el
pensamiento oriental que bien llevados y dirigidos a un análisis concreto permiten dar
pasos adelante hacia una cultura y una convivencia más humana.
-Además de la compasión, ¿algún otro aspecto que sea especialmente relevante?
-La no-dualidad, que es el concepto filosófico más brillante que existe en la tradición
oriental.
-La no-dualidad ¿tiene que ver con el estado de presencia?
-Sí. Cuando Oriente trata de definir qué es lo real intenta crear un mecanismo que pueda
sustentar la experiencia misma, y avalarla, y que los principios que definen lo válido sean
correctos y sean universales. Oriente ha expresado una idea muy extraña respecto a la
realidad: afirma que las cosas son reales cuando se las experimenta no-diferenciadas.
Cuando se experimenta de un modo diferenciado, lo que se percibe es transitorio y tiene
solamente la validez del instante en que se percibe.
-¿Puedes ahondar un poco en este concepto?
-La no-diferenciación es un tipo de cognición que nace y prospera en el momento en que
hay una atención continua, una presencia continua sobre un evento que se está
sucediendo. La mayoría de los seres humanos no tienen acceso a una percepción estable
del presente, o por lo menos a una definición que sea contundente y siempre la misma,
que no esté enmarcada en tiempo y espacio y que no varíe con estos. Esta falta de
estabilidad en la percepción de las cosas se debe a que la naturaleza perceptiva del ser
humano es muy voluble, es muy cambiante; al ser humano le cuesta muchísimo estar
atento. Le es más fácil estar sumido en su propia desazón, en su inquietud, en sus
distracciones, fantasías o imaginación. Ahí ve mundos que no descubre con claridad pero
que le llevan a quedarse pensando y, por hábitos, a permanecer siempre de esa manera.
La no-dualidad tiene que ver con estar presente. Y estar presente es reaccionar ante
eventos que están aconteciendo aquí y ahora. Cuando un ser humano tiene el don, a
través de su propia disciplina, de su propio estudio, de poder permanecer en una
percepción continua, en una atención que no es más que una reacción a lo que está
aconteciendo, el modo de percibir el mundo cambia. Entonces la organización de la
información que hay en las cosas se modifica, de tal manera que aparece una actividad
cognitiva en que el perceptor percibe el mundo, pero no percibe el mundo diferente de él
mismo. El mundo no es percibido diferente de uno mismo, y sin embargo existe. A la vez, la
simultaneidad de perceptor y percibido también se mantiene. Eso es una modalidad de
percepción asociada al presente, como tú dices.
-Cuando hablas de un modo de reaccionar al entorno ¿qué debemos entender por esto?
-Reaccionar al entorno implica la manera más inteligente de percibir una realidad. Por
ejemplo, la manera que tienes tú en esta charla de estar y de presenciarte es estar atento.
El estar atento te permite indagar, preguntar, analizar e incluso entender las respuestas que
se dan de una manera más clara, para que mucho más allá de lo que está escrito en tu
cuaderno de notas puedas hacer preguntas que no te habías imaginado y que nacen en
el instante. Reaccionar es el acto más inteligente que todo ser humano posee, y la forma
más eficiente de reaccionar es ante el presente que acontece. Cuando reaccionamos
ante un evento que no existe emergen sensaciones, sentimientos, recuerdos, evocaciones
que no hacen parte del evento y que impiden ver lo que las cosas son.
-En un mundo que se nos ha complicado, o que hemos complicado, con distintos tipos de
problemas que todos sabemos, y en que estamos sujetos a una superestimulación,
¿adquiere una nueva dimensión el hecho de estar presente?
-Evidentemente, el sistema nervioso de quienes nacen en este siglo es muy diferente a ese
sistema nervioso más contemplativo, más tranquilo, más natural, que tenían nuestros padres
o nuestros abuelos. Si un abuelo intenta entrar en Internet, o aprender sobre el ordenador,
le cuesta muchísimo esfuerzo; y a nosotros nos cuesta cuando intentamos competir con los
hijos en los videojuegos. La nueva destreza que el sistema nervioso adquiere por la
capacidad de contactar con tanta información es sorprendente. Pero ese sistema
nervioso, que tiene esa agilidad y esa eficiencia para contactar con tanta información,
también la tiene para estar atento. Es decir, dentro de esa misma capacidad de cognición
aparece la cognición misma de la atención. Entonces, este mundo y la vorágine con la
que se vive no niega de ninguna manera la posibilidad de estar atentos, porque, por más
que tú quieras, no importa dónde te encuentras, jamás puedes dejar de estar atento.
-¿De veras?
-Dime cuándo dejas de estar atento. Puedes no estar atento al acontecer del aquí y ahora,
pero estás atento a tu memoria, a tu fantasía o imaginación. Te vas al sueño y permaneces
atento a lo que aparece en la mente de manera espontánea. Pero nunca puedes dejar
de atender, porque nunca puedes dejar de conocer. Tu naturaleza esencial es cognición,
es comprensión. Es como respirar; siempre respiramos, estemos dormidos o despiertos. Por
eso no puedes decir que no estás atento; lo que puedes decir es que no estás atento al
presente. Entonces, advirtiendo que la atención es un continuo, que no depende de que
estés cansado o no cansado, dormido o despierto, vivo o muerto, la atención como
continuo permite generar una condición de consciencia, de cognición, de saber. Por eso,
no importa qué se haga en este siglo XXI: siempre se puede estar atento a lo que
acontece.
-A partir de que estoy atento y me doy cuenta de lo que pasa, las posibilidades de acción
que se me presentan son múltiples… La atención por sí misma ¿me va a dar la solución a
cómo actuar? ¿Cómo decido?
-Lo más extraño de estar atento es que estás atento sin darte cuenta de que lo estás. Esto
es lo más extraño de la atención. Cuando realmente estás atento no estás sumido en el
pensamiento de tu propia individualidad actuando, sino que empiezas a reaccionar
actuando automáticamente. Por poner una analogía, si ahora comieses algo, las enzimas
estomacales tendrían la capacidad de partir la comida en elementos manejables por el
organismo. Eso se hace automáticamente. En la medida en que tú estás atento, y que esta
atención es continua, ocurre un maravilloso misterio en la percepción: estás atento sin
necesidad de que te des cuenta de que estás atento. Es decir, la continuidad de la
atención desaloja el sentido de apropiación yoica de la percepción, y por lo tanto del
sentido de ‘yo’ que hay en la cognición. Entonces, al no haber ‘yo’ en la cognición,
debido a la atención constante, se da una reacción automática y absolutamente eficiente
ante lo que acontece. En dicha reacción, que se da por sí misma, hay una inteligencia
innata y propia, que es parte del ordenamiento y de la cognición misma que la atención
provee. Pero el gran truco de la cognición, el gran truco de la meditación y el gran truco
de los grandes procesos de la percepción está en que la continua atención sobre eventos
que acontecen te lleva a desalojar de la cognición el sentido de ser alguien que los
percibe. Cuando estás tan atento no te das cuenta de que estás atento. Porque no
necesitas darte cuenta. Porque darte cuenta es un problema en la atención; la fracciona,
la delimita. Por ejemplo, cuando lees un libro y estás muy atento, no te das cuenta de que
lees el libro y sin embargo el libro material está ahí.
-Pero ¿esto no es lo que hace la mayoría de la gente todo el rato, no saber que están
atentos a algo?
-No; eso es distracción. Si tú estás en el presente atento desalojas el sentido del yo. Pero si tu
mente está yéndose por la imaginación y la fantasía lo que promueves es un sentido de
hábito mental, en que los yoes que formas en función de las necesidades que adquieres
empiezan a hacerse cargo del control de tu propia vida. Cada vez que te distraes formas
un yo, un yo asociado con la distracción que se genera. Entonces te conviertes en tantos
yoes como caretas puedas tener, dependiendo de la naturaleza de la acción que realices.
En el estado de presente, la reacción es inteligente y no hay un yo que se apropie de ella.
Por eso todas las grandes culturas lo que buscan es que los seres humanos que forman
parte de ellas estén lo suficientemente atentos como para desalojar el problema básico de
la cognición, que impide el sentido de la totalización: el yo.
-¿Aquí tiene sentido la idea del centro, de sentirse uno en su centro?
-No. No hay un centro en uno, porque no hay un alguien. Hay solamente una reacción
automática; como por ejemplo cuando un objeto cae y lo atrapas en el camino. Es tan
automático que parece inconsciente, cuando en el fondo es un sesgo de profunda
eficiencia total en la percepción, en el movimiento y en toda actividad que está
reaccionando. Si tú preguntas: ¿quién pasa las hojas del libro, quién toma un balón, corre
con él y lo pasa con gran precisión mientras juegas un deporte? Responderé: ello ocurre,
simplemente pasa. ¿Por qué?, porque la consciencia está interactuando en el presente. La
consciencia es el elemento que interactúa con todas las cosas, lo que liga todas las cosas.
-En este contexto ¿cómo definirías la noción de responsabilidad, el hecho de ser
responsable?
-El problema es que la responsabilidad, como toda valoración, es subjetiva porque está
basada en hechos netamente morales. Eso es un problema. Es decir, lo que yo pueda decir
respecto a la responsabilidad puede ser rebatido por alguien usando justamente
argumentos contrarios. Porque el ámbito que define las cosas es netamente moral. Y si yo
te defino responsabilidad desde un ámbito moral, nunca estaremos de acuerdo. Porque tú
tendrás una objeción cualquiera ante un hecho específico. Por ejemplo, ¿cuál es la
responsabilidad de un país, como Estados Unidos, de haber iniciado una guerra contra un
país absolutamente desprotegido acusándolo de algo que no existe? ¿Qué
responsabilidad tienen ahí la prensa, la Iglesia, nosotros? Entonces, se plantea por ejemplo
que el bien colectivo es mejor que el bien individual. Puedes aprender a justificar cosas por
lo que decidiste previamente acerca de ellas. La mayoría de las definiciones de los eventos
tienen el problema de que siempre encajan desde un ámbito que es netamente moral, y la
moral es relativa. Es decir, ni siquiera matar es malo cuando hay condiciones que hacen
que no se lo juzgue de tal manera, como la guerra.
Entonces la responsabilidad estriba, más que todo, desde nuestra perspectiva, en un real
estar atento a las cosas que están sucediéndose. Si tú estás atento al mundo, no creas
nudos ni dejas cosas pendientes con respecto a lo que percibes. La responsabilidad de
cualquier ser humano es estar atento a lo que acontece; es la máxima responsabilidad. A
partir de ahí no tiene que preocuparse de nada más, excepto reaccionar de manera
estable y eficiente.
-Pero, por lo que has dicho, a la que me doy cuenta de que estoy atento ahí he fallado…
-Sí. Entonces no estás atento. Estás recordando que estás atento, pero no estás atento.
Cada vez que te das cuenta de que estás atento estás pensando que estás atento; por lo
tanto estás recordando un hecho.
-Así pues, haré bien en funcionar atento… y sin atender a principios morales.
-Cuando tratamos de definir la realidad a través de conceptos morales o de juicios, estos
necesitan depender de una u otra idea para que se validen. El problema es que todo lo
que tú puedas pensar está siempre bajo una connotación netamente bipolar. Siempre
puedes encontrar un punto de vista que apoya una condición u otra. Y nunca sales de esa
dicotomía. Entonces, cuando la vida se sujeta esencialmente a una definición moral de
bueno o malo todo es paradójico y limitante. Hay que buscar una condición que no tenga
polaridad. Por ejemplo, estar atento no tiene polaridad porque jamás se puede dejar de
estar atento. La cognición de la atención determina una forma de reacción automática y
absolutamente natural. Desde esa perspectiva no hay moral. No es que se sea inmoral. No
hay moralidad porque no hay quién tenga que sopesar el acto que está realizándose.
Entonces el acto es natural.
-Creo que el tema de la atención se ha malinterpretado muchas veces… ¿Hay alguna otra
confusión típica a la hora de entender la relación de uno consigo mismo?
-Hay una cosa muy común y muy frecuente, y es que vemos el mundo como lo pensamos.
Se suele decir por ejemplo que Dios nos hizo a Su imagen y semejanza, y eso es mentira.
Nosotros hicimos a Dios a nuestra imagen y semejanza; entonces le damos los atributos de
lucha, candor, alegría o miedo que poseemos. Lo que hacemos es ver el mundo bajo
nuestra miope y parcial forma de ver las cosas; incluso lo vemos como una extensión
nuestra. Uno de los errores más grandes es no tener una visión amplia de percepción a
través de la cual podamos ver el mundo de una manera totalmente diferente.
Date cuenta de que ese camino de cambio lo hizo ya la física cuántica hace cien años. En
la mecánica clásica los eventos son reales; es decir, se extienden independientemente del
observador. En la mecánica cuántica, el observador es parte del proceso físico que se está
analizando; es decir, no podemos arrancar al observador del proceso mismo de la
percepción ni del experimento mismo que se realiza. Antes, el mundo se expresaba como
se lo pensaba, y no se dio una opción adicional a verlo de una manera diferente. Pero
cuando en la Edad Media un telescopio permitió ver que las lunas de Júpiter podían
moverse en dirección diferente al movimiento de algunas otras, se empezó a romper la
hegemonía de que todo tenía una única y exclusiva forma de ser, y se empezó a ver que el
mundo era mucho más de lo que se había pensado hasta entonces. El hecho de acogerse
a una verdad personal como si fuese la única, no dando opción a que aparezca otra, se
llama fanatismo. Una investigación del mundo a través de nuevas reglas de percepción
generó una nueva forma de aproximarse a una nueva apreciación de lo que es la
educación, de lo que es la vida, de lo que es Dios, de lo que es la religiosidad… Se trata de
estar dispuestos a observar, a indagar y a integrar las conclusiones en la propia vida, en vez
de luchar por conceptos preestablecidos y enfrentados entre ellos.
-¿Tienes una meditación especialmente adecuada para fomentar el estado de presencia?
-Lo que planteamos como práctica meditativa es estar continuamente atentos al mundo
cuando los sentidos están despiertos, y cuando se desconectan voluntariamente intentar
situar la atención en la atención.
-Esto es lo que has dicho antes que no hay que hacer, situar la atención en que estás
atento…
-No. En el mundo externo, cuando los sentidos están abiertos, se trata de permanecer
atento a los objetos del mundo. Cuando los sentidos se desconectan voluntariamente, y se
va uno al interior, el fundamento es estar atento a quien atiende. Entonces la atención
debe colocarse en el acto de quién está atento, en la atención misma. Eso procura una
nueva forma de percepción que, cuando se logra, la denominamos ‘no-dualidad’. El
Universo cobra una dimensión diferente, y el observador pierde la condición de
separatividad y asume una condición de no-diferenciación con lo conocido.
-¿Qué es lo que limita nuestra percepción no-dual?
Tus límites de percepción son los sentidos o tu propia historia. Al parecer, más allá de este
punto es imposible conocer. Si tú asumes que eres la fuente del saber, entonces tus límites
impiden conocer e ir más lejos. Pero si es el continuo, la corriente no-diferenciada de
conciencia no-dual quien es la base activa de la cognición, entonces no hay frontera
alguna que limite el saber. Cuando la no-dualidad emerge, las fronteras se disipan y la
cognición va más allá de las fronteras sensorias o mentales, involucrando al Universo mismo,
pues el Universo mismo fluye en el continuo de conciencia que es su causa.
-A todo esto, en momentos de crisis económicas, de dificultades básicas, ¿es más fácil o
más difícil establecer la conexión espiritual?
-La conexión espiritual no es alejarse de las cosas ni del mundo, ni de las propias
responsabilidades. Una condición espiritual tiene mucho más que ver con dar la justa
medida a cada cosa, con no inundar unos ambientes con otros. Es decir, tú no colocas el
baño en la cocina ni colocas la cocina en el baño de tu casa. Porque cada cosa tiene un
sitio. Una actitud estable es dar a cada condición y a cada situación de tu vida el
ambiente que le corresponde. El gran problema del ser humano es que por su desasosiego
y por su descontrol interior no es capaz de dar a cada cosa el lugar que le corresponde en
su vida. Entonces, una problemática inunda las otras parcelas. Y acaba convirtiendose la
vida en la desesperación continua de un hábito de pensar una sola cosa, cuando la vida
es muchas más cosas. Tener la destreza de permitir a cada cosa nacer y morir y poner tu
tiempo, tu responsabilidad y tu esfuerzo en solucionar los eventos cuando corresponde
hacerlo te daría vitalidad; la vitalidad para mantener un esfuerzo más coherente con el
resto de cosas que quedan pendientes.
-Y si la persona tiene que resolver algo ¿cuándo y cómo debe pensar sobre ello?
-Hay una cosa que es clara, y es que tú sabes hasta qué punto tienes la fuerza necesaria
para intentar enfrentar la vida y solucionar las cosas. Cuando ves que más allá del esfuerzo
que has colocado no puedes hacerlo, simplemente… aprende a posponer. Date un
tiempo de solaz contigo mismo y con el entorno para hacer otras cosas que forman parte
de tu responsabilidad de estar vivo. Lo que no puedes es negarte a seguir viviendo por el
hecho de no encontrar respuesta a algo. No tiene sentido esto. Si eres medianamente
inteligente, sabes dónde está el punto en que has tomado la decisión de ir más allá de lo
que correspondía. En ese instante, aprende a hacerte a un lado. Deja tiempo, respira.
Cuando haces un deporte y llegas al extremo, ¿qué haces? Te quedas quieto un segundo
para tomar aire. Porque si no puede venir el desaliento. A nivel psicológico no es diferente.
Si encuentras un punto en que no vas hacia adelante ni hacia atrás y patinas, ahí para. En
ese momento sal al mundo, contémplalo. Tienes innumerables cosas para poder vivir y
hacer en ese instante: hazlas. Y así, de manera renovada, cuando venga la problemática
tendrás más elementos y más claridad para poder enfrentarla.
-¿Cómo podemos observar de una manera nueva los grandes problemas a los que nos
enfrentamos como humanidad?
-La manera normal como nos adentramos en el mundo es haciéndonos parte de él,
sufriendo con él, gozando con él, viviendo con él. Hay una nueva perspectiva desde la
cual las cosas pueden advertirse cuando eres capaz de ser autoobservador de los propios
procesos. Cuando ves los objetos siendo lo que son, como parte del presente, eres capaz
de responder de una manera mucho más adecuada a las cosas, sin una excesiva
emocionalidad, sin un excesivo temor, sin una excesiva angustia. Date cuenta de que
cuando hacen una película de miedo para que no te dé miedo tratas de estar presente en
ti; porque si te vas con la película te pierdes y te asustas. El hecho de estar en ti, de saber lo
que eres, de estar presente, te permite una nueva condición para enfrentarte a las cosas,
desde las más simples a las más complejas. No hay que cambiar mucho el mundo, porque
el mundo es lo que hemos hecho de él. Pero sí es posible cambiar nuestra percepción y el
modo en que nos situamos para ver las cosas. Las podemos ver desde una nueva óptica.
Por ejemplo, cuando estás enamorado todo brilla más. No es que el mundo brille ahora
más, no es que haya gracia en todas las cosas: es que tu nueva posición frente a la
realidad permite un vislumbre en ti, que reflejas en las cosas que hay a tu alrededor. Una
nueva percepción personal más clara, más estable, más presencial del mundo, te daría
una nueva forma de interpretar las cosas que observas sin esa extraña emocionalidad
donde todo se ve o sufriendo o padeciendo o con una exacerbación del placer; sería otra
cosa.
-Nos dicen que el mundo es una ilusión, pero ¿cómo podemos convencernos de ello?
-Cuando despertemos de la ilusión; mientras tanto es imposible saberlo. El mundo es como
el sueño: mientras sueñas haces, y por más que te des cuenta de que es un sueño no
desaparece. Cuando estás dormido no puedes saber que lo estás, y cuando estás en
vigilia no sabes que esto es una ilusión. Porque la ilusión es creer que esto es real. Y
cualquier pensamiento de creer que es ilusión no es más que un pensamiento más de entre
todos los que hay. Sólo se logra cuando se despierta. Sólo se logra cuando se desaloja el yo
en la percepción. Sólo se logra cuando hay un despertar a través de la no-dualidad,
cuando el cúmulo de la cognición varía, a través de la atención constante. Mientras tanto,
son todo opiniones.
-Te he oído referirte al karma yoga como un primer paso para entrar en contacto con el
mundo para llegar a la conclusión de que es ilusorio. ¿Nos puedes hablar de ello?
-Sólo llegas a una clara condición de ti cuando comprendes. Si no comprendes, no tienes
una salida. Cuando tú erradicas de ti un temor es porque comprendes una condición
propia en ti. El problema no es moral; el problema es cognitivo. Finalmente lo que hacemos
es prepararnos para comprender. ¿Y qué mejor forma de prepararnos para comprender
que vivir? Es la vida la que nos enseña el mecanismo a través del cual finalmente
comprendemos. Sólo a través de la comprensión clara y concisa tú puedes establecerte
en ti mismo; se trata de una comprensión que allende el tiempo y el espacio se mantenga
siempre. Esa modalidad de comprensión sobre ti mismo es el estado superior de todas las
cosas, y no es una acción; es una comprensión. Pero como que el ser humano es un ser
eminentemente activo deberá actuar, pero eso sí: que realice la acción en el presente.
Entonces emerge la comprensión de lo que es la reacción natural frente a todas las cosas.
El karma yoga lleva implícito una acción realizada en el presente. No una acción
cualquiera; es una reacción al presente. En forma de dharma (karma yoga es dharma).
Una acción que se realiza sin sentido de yoidad es una acción dhármica, una acción
eficiente.
-¿Debemos entender el dharma como aquello que nos libera del karma?
La disolución del yo implica la disolución del sentido ‘objeto y sujeto’ en la cognición; el
parámetro dual de sujeto y objeto que se aprecia constantemente en la representación
dual del mundo. Cuando el sujeto actúa y se identifica como agente activo de la acción,
y además actúa por la recompensa de la acción, entonces se crea una relación causal
entre quien hace la acción y los resultados posteriores que esta acción desencadenará. A
dicha relación causal se la denomina karma. El Karma establece un vínculo temporal que
le permitirá al sujeto permanecer siendo tal y por ende diferenciado de los objetos. En
cambio, se denomina dharma a la acción carente de yoidad y carente de fruto por la
acción. Una acción dhármica consume la diferenciación objeto sujeto llevando a quien
actúa a una expresión no-dual.
-¿Cuáles son las principales dificultades que afronta el meditador?
-El principal inconveniente de cualquier persona que medite son sus hábitos mentales. El ser
humano está condicionado no solo psicológicamente sino genéticamente… Es decir,
estamos condicionados a una forma de comer, de vestirnos, incluso de reaccionar. El
mayor inconveniente es reaccionar siempre ante los estímulos de igual manera. Eso crea
una cristalización, unos hábitos. Fracturar esos hábitos en el pensar, en el procesar la
información y en el reaccionar es lo más difícil. Porque todo el sistema está acostumbrado
al hábito. Cuando le impides hacer lo que sabe hacer, reacciona con incomodidad, con
desasosiego, con dolor, con sufrimiento, etc. El mayor inconveniente son los hábitos
mentales.
-¿Alguna estrategia clave para ayudar a superar esto?
-Aprender a reaccionar ante cada evento permitiendo a cada instante nacer y morir. Los
hábitos mentales tratan de perdurar invadiendo los eventos que están aconteciendo. Tener
la destreza de aprender a cortar y estar en el presente una y otra vez las miles de veces
que al día sea necesario es el mejor mecanismo para la propia liberación psicológica.
-Hay quien habla de dejarse conquistar por el vacío y quien habla de dejarse conquistar
por el amor… ¿Es lo mismo?
-¿Quién se deja conquistar?
-La persona que está abierta a la experiencia.
-¿Quién llega al vacío? No hay nadie que llegue a ningún sitio. Sencillamente, las cosas
ocurren. El truco de llegar al vacío es que no llegue nadie. El vacío nos asalta porque no
hay nadie que pueda defender la fortaleza. La salida del yo de la fortaleza de la mente
implica inmediatamente la reorganización de la percepción. Entonces, no hay alguien que
perciba el estado supremo. Porque ello es contrario, por definición, a la experiencia de la
totalidad. Es en la erradicación del sentido de apropiación de la cognición que deviene el
hecho de la experiencia superior. No hay nadie, no hay alguien. Hay conciencia, pero no
hay alguien. Eso es lo mágico y eso es lo paradójico: que hay saber sin que haya quien
sepa.
-En esto, el amor ¿qué papel juega?
-Ah, el amor es la forma más alta de comprensión. Hay un instante en que la comprensión
es tan inmensa que da una alegría total y un amor absoluto. Y hay un instante en que la
experiencia del amor es tan intensa que comprendes que todas las cosas son lo que son.
Son lo mismo, desde la perspectiva superior, amor, ser y comprensión. No son diferentes. La
real comprensión es la que da alegría, y la real alegría es aquella que prospera en el amor.
No son diferentes. Saber lo que eres, saber lo que el Universo es, saber lo que siempre ha(s)
sido, eso es amor, aunque sea comprensión, y llega un punto en que no defines cuál es
cuál. Ambas son instantáneas, simultáneas.
-¿Permanecemos ya en Dios, sólo que no nos damos cuenta?
-No hay nadie. El problema es creer y asumir que tu particular forma de ver las cosas es la
representación de cómo el mundo se está haciendo. El problema estriba en el instante en
que das tu opinión. Cuando emites una opinión circunscribes la realidad a tu interpretación
propia. No es que ya estemos; es que todo siempre ha sido eso. Pero mientras tú estés
inmerso en tu propio condicionamiento genético y psicológico cualquier abstracción de
totalidad no es más que una opinión mental. Eso ya es, ya ocurre. El problema es que
cuando piensas disgregas la realidad a tu particular forma de entendimiento, e impides
que las otras condiciones conscientes que prosperan en ese instante puedan ser
percibidas. Entonces tu sentido de yoidad irrumpe e impide el sentido de totalidad en la
percepción. El presente lo erradica y por eso es tan importante en la meditación.
-¿Es difícil conservar la experiencia cuando se consigue?
-No. Lo más difícil es conservar la comprensión; vivir en función de la comprensión que
tenemos de las cosas; atrevernos a vivir por lo que comprendemos, y no por lo que los otros
creen que se debe hacer. Es que al final, la única opción que tienes es ser tú mismo;
funcionar por lo que tú crees que eres, por lo que tú crees que sientes, por lo que tú crees
que comprendes. Cada quién, en última instancia, no hace más que reaccionar en
función de sus propias percepciones y comprensiones. Y si no somos capaces de emitir un
juicio por nosotros ¿cómo vamos a ser capaces de emitir juicios por lo que los demás
creen? Tu única opción es creer en ti. Y lo más que puedes creer de ti es que eres
comprensión, que eres atención. Atiende a las cosas, sin importar qué juicio haces de ellas,
y verás que la comprensión del mundo deviene por sí misma, de manera automática.
Entrevista por Francesc Prims.