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La necesidad de Dios

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Pensar es un hábito, y reproduces imágenes variadas con maestría, pues en ello vives a diario. Meditar es un arte que implica situar la atención exclusiva e ininterrumpidamente en el presente, cosa que haces segundos al día; por ello te parece tan complejo.

Cuando estás en tu mente eres capaz de construir universos de todo tipo; de hecho, advierte cómo en los sueños puedes incluso crear bóvedas celestes que contienen miríadas de estrellas. Para tu mente, luego de crear un universo inexistente, tal como en los sueños, insuflar la presencia divina o asistir a la luminosa presencia de los devas, es poca cosa, implica ya poco esfuerzo.

Que imagines tales bellezas es solo síntoma de una grandiosa imaginación acompañada de un prolífico bienestar místico. Que sepas que aquellas personas atiborradas de semejantes experiencias superiores no son capaces en su vida cotidiana de estar constantemente atentos al presente. Sus mentes falsamente espirituales se rinden ante los momentáneos orgasmos religiosos, creyendo que han contactado con algo superior, cuando en el fondo han convertido sus necesidades de Dios en imágenes que logran manipular y recrear a través de sus propios hábitos de visualización.