Algunos místicos cristianos, y también otros orientales, no tuvieron más opción que escribir. Y a través de la poesía, de los cuentos y de narrar sus vidas, propagaron aquel sentimiento que no podía explicarse de otra manera. El sentimiento místico es extraño porque es ininteligible, y por ello colma y por eso mismo libera. No tiene razón de ser. ¿Cómo entender la locura de la Entrega? ¿Quién puede entender la locura del Amor?
La mística es una forma de vida, una forma especial y única de ver las cosas. Los astrofísicos, por ejemplo, buscan en sus ecuaciones la raíz de las cosas, el porqué de la existencia. Generan las teorías de la termodinámica y algunas de las leyes fundamentales de la naturaleza y, sin saber por qué, son atrapados por el número. Y el número se les revela de forma simétrica y bella. Para ellos es la expresión lógica de las variables a través de las cuales pueden definir las cosas. Y eso se convierte en el eje central de sus vidas.
Lo que ocurre es que, cuando dejan de ser astrofísicos, no trasladan esa condición a sus casas, donde el gris de lo cotidiano los invade. Por eso el trabajo los llena. Entregarse a la belleza, a la ecuanimidad de las ecuaciones no perdura, es siempre momentáneo. A veces es tan solo un rapto de genialidad que permite ver el universo de una manera que nadie más que ellos puede entender.