La instrucción maestro-discípulo tiene cuatro fases:
1ª) Sravana. Escuchar atentamente la enseñanza de un maestro, de un guru. Pero es escucharle sin preconceptos, de manera abierta, sin ideas preconcebidas. Aquí aparece el dilema de qué es un guru, un maestro. Un maestro es srutiam brahmanishtam. Un maestro es alguien versado en los libros sagrados, en los libros revelados, srutis. Es quien tiene la experiencia, quien ha vivido o reconoce lo expuesto en los libros sagrados. Brahmanishtam es quien está establecido o ha tenido la visión de Brahman.
2ª) Manana. Reflexión. El discípulo ha de tomar la enseñanza y posteriormente reflexionarla, analizarla y procesarla para encontrarle su orden, su sentido. La enseñanza no puede quedar simplemente en lo oído o en lo leído porque finalmente acaba perdiéndose, olvidándose. Toca hacerla propia, y se hace propia en la medida en que se reflexiona sobre ella dándole vueltas a la información para encontrarle el sentido a través del cual pueda ser entendida. Eso es manana.
3ª) Nididhyasana. Es la experimentación personal de una verdad. Es la revelación de un conocimiento, en forma de representación viva, que fue proclive a existir gracias a la reflexión previa que de él se tuvo. Es un estado de comprensión, pero no una comprensión personal sino una comprensión intensa, profunda, que procura una alegría diferente, neutra, no egoica. Es la alegría que depara un saber que invade en forma de certeza, de comprensión total. A eso le llamamos nididhyasana.
4ª) Samadhi. Cuando se da la absorción, la permanencia, el fluir en ese estado de comprensión quieto, totalmente transparente, cuando esa claridad de comprensión no es fugaz sino que es permanente en un escenario de quietud mental en el ser humano, deviene en la comprensión total y última de la realización del Ser, y se llama samadhi.