A medida que aumenta la inercia de un estado de conciencia, disminuye el umbral del mismo estado. Esta es la razón por la cual tiende a existir actualmente en la mente humana un estado de percepción frecuente asociado al estado de pensamiento o de sueño. En el estado de pensamiento, y gracias al refuerzo constante de pensar sobre el mismo evento una y otra vez con actividad cíclica y cambiante de objeto a sujeto y de sujeto a objeto, la mente acaba creando una inercia excepcional no superada por ningún otro estado de conciencia. Es tal la inercia del estado de pensamiento que su umbral es prácticamente inexistente, razón por la cual es fácil ingresar a él sin poder salir y permanecer pensando descontroladamente a toda hora. En una persona común con una mente normalmente desordenada, los estados de conciencia con mayor inercia son el sueño y el pensamiento. Ambos estados poseen gran inercia y umbrales casi nulos, pues poseen un acceso más inmediato que a los demás estados de conciencia.
Dependiendo del funcionamiento de la mente y de los hábitos de cognición establecidos, puede existir cualquier variante en la prioridad de presentación de los estados de conciencia. Dicha prioridad también se establece adicionalmente en cada uno de los estados de conciencia respecto a sus constituyentes: pensamientos, sentimientos, emociones o pasiones, que los constituyan. En una persona con un alto estado de desarrollo interior, los estados con mayor inercia son Concentración y Meditación, mientras que los restantes cuentan con umbrales de acceso muy altos.