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La exaltación

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Normalmente los sentimientos humanos son cambiantes, instante a instante se modifican para dar origen a sensaciones más profundas o menos intensas. Esto lleva a que la mente se convierta en un caleidoscopio de sentimientos y pensamientos en forma de imaginación o fantasía. De dicho cambio incesante nacen la alegría y la tristeza tal como las conocemos, junto con todas las variantes existentes que oscilan en el espacio entre ambos extremos.

Sin embargo, la Observación Interior favorece el nacimiento de una nueva forma de vivir otras sensaciones, pues el hecho de que el mundo interior esté anclado en un universo carente de todo contenido mental permite el nacimiento de un tipo de sentimiento al que denominaremos “exaltación”.

Las exaltaciones actúan como un trasfondo estable que acompaña al vacío sin que exista cambio en ellas. Estas exaltaciones varían de intensidad dependiendo de la fuerza de implantación de la Observación Interior, llegando a ser tan firmes como la sensación táctil de algo sólido.

Dicha estabilidad provoca sensaciones variadas que los estudiantes reportan como: paz, silencio intenso, vacío inmenso, tranquilidad y no esfuerzo, etcétera. Pero estas sensaciones, ahora llamadas exaltaciones, tienen un factor diferente: son casi sustanciales por el hecho de experimentarse continuamente.

La continuidad se caracteriza por el hecho de que la sensación interior es capaz de mantenerse de idéntica manera por segundos o incluso por minutos. Las sensaciones de exaltación son tan potentes, tan gratas, que no deseará alejarse de ellas por ningún motivo. El estado interior se convierte en un imán cuya fuerza atrae a la misma quietud para convertirla en un océano de silencio.

Es muy fácil distinguir este tipo de sensaciones, pues los sentimientos más parecidos en el estado de Pensamiento a dicha exaltación son, por ejemplo, el enamoramiento o la alegría por el deber cumplido.