La ética es la parte de la filosofía que trata sobre la reflexión y descripción de los actos morales humanos. Las diversas normas sociales y culturales que rigen el actuar humano poseen variadas interpretaciones; ello hace que no exista una sola y exclusiva moral universal, lo que conlleva a la ética a intentar presentar un camino aproximado respecto a las conductas apropiadas.
La imposibilidad de que la humanidad posea una ética universal impide reconocer la validez justa y exacta de las acciones que cotidianamente realizan las personas. Todo acto humano está sujeto a una valoración, pero esta valoración, a su vez, está sujeta a la relativización propia de las normas de la sociedad que la sostienen. Cada sociedad mantiene unos lineamientos únicos que tienden a marcar la conducta humana y categorizarla en función de dicha descripción.
No existe un sistema moral ni pautas éticas lo suficientemente coherentes como para convertirlas en referencia universal. La relativización de las costumbres genera una forma exclusiva personal o social que determina la acción, que la premia o la castiga. Es la relativización de la acción el medio de poder de quienes controlan la ascendencia sobre los grupos humanos, incitándolos a justificar o demeritar un rito, un culto o una acción cualquiera.