Cuando la atención en el mundo interior se posa en quien observa, mientras los sentidos momentáneamente se desconectan, entonces nos encontramos dentro. “Dentro” implica la aparición de nuestro mundo interior. Imagínate que intentas recordar algo muy importante que se te ha olvidado; para enfatizar el recuerdo cierras los ojos e intentas ir a tu interior. La búsqueda del objeto no recordado te hace mantener una momentánea absorción en ti mismo. Dicha absorción impide que aparezcan pensamientos o emociones intrascendentes. Intenta mantener la espera para que el objeto olvidado salga a la conciencia; mantén tu atención en ti mismo. Si logras hacerlo sin que la atención se deslice a los sentidos, y de allí a los objetos externos notarás que, mientras la atención está en la propia espera interior, no existe pensamiento alguno que emerja a la esfera consciente.
La ausencia de pensamientos lleva a la apreciación interior de un inmenso vacío, de un vacío de pensamientos. Si logras permanecer sin esfuerzo alguno en esta actitud interior, notarás que rápidamente el mundo externo tiende a desaparecer y que el vacío interior cobra una intensidad excepcional. Ser experimentador continuo de la propia ausencia de pensamientos fue denominado por la tradición oriental como Observación interna o pratiahara.
Estar “dentro” con la atención desbordada en la espera de pensamientos, promueve la ausencia de objetos mentales y por lo tanto la prevalencia como observador, es decir, existe cada vez una mayor distancia entre el observador y los potenciales objetos mentales existentes del mundo interior.
La frontera que diferencia “dentro” de “fuera” son los cinco sentidos físicos. Mientras los sentidos participen como parte activa de la cognición, siempre estaremos fuera. Estar fuera en el presente implica la disolución momentánea del sentido de apropiación de la experiencia, es decir, la momentánea ausencia del “yo”. A su vez, mientras los sentidos se desconecten y no sean parte integrante de la cognición, estaremos dentro. Allí, dentro, los objetos mentales tienden a desaparecer, y nace un nuevo ente de atestiguación que no requiere de dichos objetos mentales para existir.