Cuando las personas se identifican frecuentemente con sus pensamientos, se ven atrapadas por el proceso intelectivo o emotivo que opera en su mente, no logran darse cuenta que los pensamientos son independientes de quien los experimenta; así quedan sumergidas, absorbidas por el malestar o la alegría que ellos producen. El proceso de desidentificación implica separar, distanciar los pensamientos que la mente procesa del conocedor de dicha operatividad. Cuando el conocedor logra finalmente separarse de los pensamientos que la mente produce, entonces se sorprende al notar que él mismo no es un pensamiento sino un continuo de conciencia que fluye por doquier. Es capaz de comprender que no es diferente del espacio que se abre en su interior y que llega incluso a contener al universo entero en los procesos profundos de meditación.
Esta cualidad de desidentificación con el mundo mental hace parecer que el gnani, el jivanmukta, sea frío, seco o incluso distante. Simplemente en él se está cociendo la alegría que provee el discernimiento, viveka, y que instaura una nueva forma de felicidad interior cuyos elementos tienen en común el sentido de continuidad. Eso le permite, sea cual sea el temor o la duda que se presente, “dar un paso atrás” y separarse en cualquier momento de la emotividad que produce la identificación ante la actividad mental. El jivanmukta está instalado en la evidencia de que Eso conocido es no-diferente de Él. En esa comprensión continua los temores y las dudas cobran una importancia mínima permitiéndole vivir “absolutamente desligado de todo apego ilusorio”.