Durante la práctica interna, los cinco sentidos tenderán a perder su inercia cotidiana y lentamente se irán apagando. Todos fácilmente, menos el oído y la vista. Seguramente cualquier sonido te haga redirigir la atención a su foco sonoro; la vista se recreará en la tensión ocular y notarás toda suerte de brillos, sombras y oscuridad que jamás deben confundirse con la ausencia de contenidos mentales que conforman la verdadera Observación Interior.
Al estar dirigida la atención a la espera de los pensamientos que acontecen en el interior, los sentidos, a falta de uso, se irán apagando lentamente. No debes forzar el dejar de escuchar o mirar. Cualquier intención de desconexión sensoria es absurda, al igual que lo sería intentar a la fuerza desconectar los sentidos para inducir el sueño. Los sentidos mismos se desconectarán ante la insistencia de la atención en posarse en los recuerdos que conforman la fantasía y la imaginación.