Observar exteriormente implica apresar contenidos externos situados “fuera”, que son detectados únicamente por intermediación de los sentidos físicos. La Observación exterior reconoce exclusivamente contenidos materiales que están sucediendo: las formas y colores que el ojo reconoce, la gama de vibración sonora que el oído capta, el matiz de olor propio de la sensibilidad olfativa, etcétera. Cualquier otro contenido no percibido mediante los sentidos físicos impide la correcta práctica de la Observación exterior, y deben evitarse, por ejemplo, la evocación de los contenidos ideales propios de la franja Pasado-Futuro.
El mundo que emerge en la Observación exterior es totalmente material y está aconteciendo. Es necesario aprender a observar el mundo como si estuviera en actitud de aprendizaje, de novedad, de descubrimiento, sin interponer catalogación o atributo mental a lo percibido, tal como lo hacen los niños: solo observan, no interpretan.
Pero ¿qué implica un mundo material que está aconteciendo?
Todo contenido externo experimentado debe fusionarse con el Sujeto que lo conoce. El Sujeto, como entidad diferenciada, debe desaparecer momentáneamente1 y dar paso a la cognición Totalizada.
En caso de Particularizar la percepción externa, emerge otro estado de conciencia: el estado de Pensamiento. Allí, el Sujeto Objeto asumiendo independencia de él. Es la manera más común de percepción humana mientras se experimenta “afuera”. Cuando el individuo mantiene distancia y observa, cree que está conociendo el mundo, cuando en el fondo tan solo lo observa y lo recuerda, pues su mente no contempla sino que asigna constantemente “nombre” y “forma” a lo percibido.
1 Mientras opera la Observación exterior.